miércoles, 28 de noviembre de 2012

.... is all you need.

Lo único que necesito que digan de mí  es lo que ya dicen de ella.
Que fue grande, fue la mejor, fue grandiosa, fue única, irrepetible; era una diosa
.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Soldado Tomlinson listo para reconocer terreno.

Debió de ser toda una decepción para mi padre no tener excusa para echarnos la bronca a mí y a Louis cuando llegó a casa.
Mientras me secaba el pelo y me pasaba rabiosa el cepillo por él, recordé la forma en que me miró mi novio, se inclinó hacia mí y me susurró al oído:
-Tal vez uno debería secarse completamente, para que no parezca que nos hemos duchado juntos.
Había sonreído, le había dado la razón y le había ordenado que cogiera el secador y se afanara en darnos una coartada.
Cada diez minutos, yo me inclinaba en la bañera y metía todo el pelo dentro, para poder secármelo justo en el momento en que entrara mi padre.
Suspiró cuando vio a mi novio tumbado en el sofá, entreteniéndose como buenamente podía con la consola hasta que yo diera por finalizada mi brillante interpretación, y se metió en la cocina.
No quiere peleas porque él no le entiende, quiere que yo esté con los dos para poder tener un puente, pensé para mis adentros mientras contemplaba mi reflejo en el espejo y me peinaba lo más rápidamente que podía.
Me hice una coleta y me dejé caer sobre Louis, que dejó escapar una exclamación de dolor.
-¡Ah, Dios, duele!-gritó, riéndose, yo me levanté y me senté en el otro sofá, con la cabeza en el reposabrazos, cerca de la suya.
-Hay una bomba ahí-le avisé, pues había conseguido completar varias veces la partidas de Rachet & Clank, mi juego favorito, el primer juego al que había jugado con una consola.
-Eso es mentira-replicó, creyendo que lo decía para que se tirara por un acantilado que en realidad tenía un saliente al que agarrarse... y se me quedó mirando cuando el pequeño Lombax se dejó caer en el suelo con su típico giro sobre sí mismo y un suave ¡oh!.
Le dediqué mi mejor sonrisa de autosuficiencia y me levanté a ir a por un libro.
Cuando regresé, había salido del juego, y buscaba desesperadamente la manera de poner el idioma de este y de la consola en general en inglés.
-¿Puedo cambiarlo?
-Vas a hacerlo igual-espeté, divertida, encogiéndome de hombros y haciendo un gesto con la mano que le daba absoluta libertad.
Terminó lanzándome el mando y diciéndome que lo pusiera yo.
Dejé a un lado la lectura de la apasionante biografía de Wallis Simpson (nunca más compraría un libro biográfico de varias personas, pues a mí solo me interesaban, de las que en el pequeño sabiondo aparecían, Coco Chanel y Audrey Hepburn).
Louis había vuelto a la partida y hacía caso de mis cada vez menos frecuentes consejos (pues terminó resultando que la mujer aquella había tenido una vida guay) cuando mi madre apareció por la puerta y miró lo que hacíamos.
Parecía esperar que estuviéramos fornicando como conejos en el sofá. ¿Tan mala era la imagen que se tenía de la gente de nuestra edad?
Bueno, si contamos con que hay chicas de doce años que ya van por la vida experimentado posturas del Kamasutra que ni siquiera mi novio de 20 años conocía...
Dejé caer mi pelo alrededor de mi cara para que no se me notara que me había sonrojado al recordar que a Noe le habíamos regalado ese mismo libro por su cumpleaños, que yo me había dedicado a fotocopiarlo y que Alba había hecho varias fotos con el móvil mientras las dos lo ojeábamos en la tienda, echando a suertes quién se acercaría a la vendedora muerta de vergüenza y quién tendría la suerte de decir ¿Me lo pones para regalo, por favor?
Louis puso en pausa la partida y miró a su suegra. Le sonrió, y mi madre también le sonrió. Tuvo que sonreírle.
Su yerno era guapo y simpático. Si no le hubiera sonreído, era que mi madre tenía un retraso mental muy serio.
-¿Qué quieres cenar, Louis?
Louis, y no Luis. Bien, bien. Qué poco se parecía aquella mujer a su marido.
Mi novio me miró, esperando mi traducción. Alcé una mano, coloqué el dedo al final de la oración y posé mis ojos en los suyos, curiosos e impacientes, pero siempre tiernos.
Una vez inicié mi trabajo de traductora, tuvieron una conversación más o menos normal.
-No sé. Me conformo con cualquier cosa, yo es que no tengo hambre.
-Los ingleses no cenan-le expliqué a mi madre cuando ella frunció el ceño ante la información que él le había proporcionado-, al menos no como nosotros. Y hemos comido Nutella a la hora en que más o menos él cenaría, así que él está cenado, por así decirlo.
-Me da lo mismo. Va a comer.
Louis se encogió de hombros.
-Cualquier cosa estará bien.
-¿Te gustan las vieiras?
Mi traducción se limitó a un vago You like vieiras?, aburrido de la vida, y decepcionado porque no sabía cómo llamaría él a aquellas almejas gigantescas con bechamel en su interior.
Me respondió con un:
-¿Qué coño es eso?
Me encogí de hombros y traté de explicarle lo mejor que pude en qué consistía el plato, él volvió a encogerse de hombros y miró a mi madre para decirle:
-Creo que nunca las he probado.
-Bueno, nosotros las hacemos, y si no te gustan te preparamos algo. ¿Te parece bien?
-Sí, sí, vosotros no os preocupéis.
Pero le gustaron.
Vaya que si le gustaron.
Me lo quedé mirando cuando musitó una palabra que nunca había oído al colocar en la mesa las vieiras.
-¿Eh?
-Scallop-señaló las conchas y asintió con la cabeza-, se llaman scallop.
-Son españolas y se llaman vieiras.
-Scallop.
-Vieiras.
-Scallop.
-Vieiras.
-Scallop.
-Scallop.
-No pienso decir el nombre en español-espetó, negando con la cabeza al darse cuenta de cómo intenté engañarlo.
Cada uno se sentó enfrente de su pareja: mis padres en cada extremo a la larga y Louis y yo a lo ancho. Apenas pude comer, porque le estuvieron acribillando a preguntas y él contestando como podía, siempre dejándome tiempo para que terminara de masticar si había sido capaz de meterme algo en la boca mientras él meditaba la respuesta.
Atravesé a mi padre con la mirada cuando le preguntó si había tenido muchas novias.
-Ángel, ¿tienes que preguntarle eso?-le recriminó mi madre, frunciendo el ceño tras sus gafas.
Papá se encogió de hombros
-Quiero saber con quién anda mi hija.
-Pues búscalo en Google-gruñí.
Si hubiera estado sola, me habría dado un tortazo por ese atrevimiento. Pero estando mi guardaespaldas, mi protector, mi sol y mi escudo delante, no se atrevió.
Louis se me quedó mirando, preguntándose qué era lo que su suegro le había preguntado, qué era lo que yo no le quería traducir.
-No me voy a ofender-me aseguró, yo suspiré, los miré a todos y le solté:
-Quiere saber cuántas novias has tenido antes que yo.
Se echó a reír, negó con la cabeza y echó cuentas en voz baja con los dedos.
-Cuatro.
-¿¡CUATRO!?-espeté yo, que solo tenía conciencia de dos. Mi padre sonrió ante mi cara de sorpresa.
-Sí, una de la que no me acuerdo, Beth y Hannah.
-Eso son tres. ¿QUIÉN ES LA OTRA?-ladré.
-Tú, subnormal-replicó sonriendo.
Me quedé a cuatros.
Una que no recordaba (me pareció que me había hablado de ella un par de veces, como la típica novia que tenían los niños pequeños por imitación de los mayores), Beth, Hannah y yo.
La chica sin nombre, número uno.
Beth, número dos.
Hannah, número tres.
...
Eri, número cuatro.
Joder, era verdad que solo eran cuatro.
-Cuatro-susurré yo, a pesar de que los dos habían visto cómo echaba cuentas y dejaba el dedo pulgar sin estirar.
-¿Quiénes?
-¿Y a ti qué más te da?-repliqué, bufando. Mi padre alzó las manos, se encogió de hombros y continuó comiendo. No volvió a abrir la boca.
Solo lo hizo para ordenarme que recogiera la mesa, la única manera que tenía de someterme ahora que la violencia física no era una posibilidad con el inglés presente.
Me pregunté cómo reaccionaría Louis si mis padres me zurraran delante de él. ¿Se cabrearía con ellos? ¿Me defendería? ¿Sería capaz de desencadenar la Tercera Guerra Mundial solo por defenderme?
¿Apartaría la vista sin inmiscuirse en lo que podía considerar que no eran sus asuntos.
¿O les daría la razón? No me entendía cuando hablaba en español, así que podía pensar que había dicho algo que mereciera un castigo ejemplar. ¿Se pondría de su parte? ¿Sacudiría la cabeza de forma reprobatoria porque me había ganado una bofetada?
Las mujeres protestamos cuando él se levantó y me ayudó a acarrear los platos hasta el fregadero, aburrida.
-Déjalo, que lo haga si quiere, al fin y al cabo tiene pensión completa.
Louis se dio por aludido; se dio por aludido porque mi padre lo dijo mirándolo, se dio por aludido porque mi madre le dedicó una mirada envenenada... pero sobre todo se dio por aludido porque yo me di la vuelta y lo fulminé de tal manera que casi pude sentir cómo la cocina se incendiaba a causa de la rabia que salía de mis ojos.
Terminamos de colocar los platos en el fregadero y nos fuimos al baño a lavarnos los dientes.
Me apoyé contra el lavabo y suspiré, negando con la cabeza. Él me acarició el dorso de ésta, intentando animarme, hacerme sentir mejor.
-No tienes por qué aguantar esto-murmuré con un hilo de voz, conteniendo las lágrimas.
¿Por qué tenía que ser así? ¿Eh? ¿Por qué? ¿Por qué no podía respetar, si no querer, a la única persona que me hacía sentir importante, especial, en todo el mundo? ¿Por qué no era capaz de apoyarme en todo lo que hacía? ¿Por qué no dejaba a Louis tranquilo? Él no había hecho nada malo, absolutamente nada, sino todo lo contrario. Era demasiado bueno. Me había enamorado de él mucho antes de que él supiera que yo existía, luego había empezado a quererme. No era justo. No podía ser justo que aquel que me había dado la vida un día no quisiera al que me la daba todos los días.
-Se me da bien pasar de la gente-replicó, acariciándome la cintura-. Vamos. Venga, tranquila, ¿eh? No tiene sentido que seas tú la que llore cuando los dos sabemos quién está peor ahora mismo.
Me di la vuelta y me acurruqué contra su pecho, él me rodeó con sus cálidos brazos. Le besé la clavícula y se estremeció.
-Lo siento.
-No te disculpes.
-No por mi padre. Bueno-fruncí el ceño y noté cómo sonreía-, por él también. Por lo de ahora. Se supone que soy yo la que consuela, por lo menos hoy.
Se quedó callado, me besó la cabeza y me acarició la cintura tan despacio que revolucionó todas mis neuronas con las corrientes eléctricas elevadas a la enésima potencia.
-Mi pequeña-replicó, volviendo a besarme la cabeza. Me aparté un poco, lo justo para encontrarme con aquellos ojos azules, y sonreí.
-Como un día pegue un estirón te pegas un tiro, ¿a que sí?
-No. Te corto las piernas. Me sale más rentable.
Me eché a reír, negué con la cabeza y él me soltó. Buscamos un cepillo de dientes que pudiera utilizar y, una vez terminamos de salpicarnos mutuamente con la pasta de dientes y dimos por finalizada la tarea de restablecer nuestra higiene bucal, salimos del baño y nos metimos en mi habitación.
Cogí la pequeña lámpara del escritorio mientras él se adueñaba del mando de la tele y la encendía, sosteniendo al primero como si de una espada láser de las de Star Wars se tratara.Se paseó por los canales, intentando decidir qué iba a ver y palmeó el espacio que me había hecho en la cama. Sonreí, recordando cuando Alba lo había hecho de la misma manera aquella vez que fuimos a la casa de Noemí en Cantabria.
Señalé la puerta con el pulgar e hice una mueca.
-Voy a informar al coronel Borde de que vas a dormir conmigo
-¿No lo sabe ya?
-Tengo la impresión de que no se le ha ocurrido que, si no hemos quitado todas las cosas de encima de la cama de la habitación de mi hermano,no tendrás otro sitio donde dormir que mi cama.
Las comisuras de su boca se alzaron mínimamente.
-No lo sabes tú bien-repliqué, sonriente, sacudiendo la cabeza yechándome a reír.
-Yo me voy poniendo el pijama. Para que vean que sé cambiarme de ropa sin ti, básicamente.
-Creo que piensan que nos vestimos el uno al otro.
Su sonrisa se ensanchó.
-Están equivocados.
Fruncí el ceño.
-Quiero decir, no nos vestimos. Nos quitamos la ropa el uno al otro, pero nunca nos la ponemos.
Me reí con ganas.
-No hay quien te cambie, ¿eh?
Se encogió de hombros; ya no me prestaba atención a mí, sino a la televisión.
-No quieres que lo haga.
-Eso es verdad.
Salí por la puerta y decidí no dejar que mis padres me hicieran perderlos nervios; me preparé para la mayor de las batallas a las que me había enfrentado en mi vida.
¿Evitar hacer fangirlingcon Taylor Lautner delante? Por dios, no. Nada comparado con esto a lo que estaba a punto de enfrentarme.
Tenían la vista fija en la tele, pero la puerta más cercana a mi habitación permanecía abierta, por si se nos ocurría hacer algo de lo que arrepentirnos. Tomé nota mental, y más tarde me asombraría de esa capacidad que tuve de fijarme hasta en el más mínimo detalle, como si de una cazadora me tratara.
-Vamos a dormir juntos-anuncié sin ninguna ceremonia y sin preámbulos; dejé caer la bomba con la esperanza de que esto les aturdiera.
No lo hizo.
-¿QUÉ?-bramaron ambos, como si les acabara de decir que íbamos a tener mellizos en un lapso de tiempo de unos siete meses, aproximadamente.
Espera,espera, ¿no estarás preñada, no, nena? ¿Eh? ¿CUÁNDO TE VINO LA REGLA?
La segunda nota mental fue echar cuentas de cuál había sido mi último periodo, sin tan siquiera proponérmelo.
Abrí los brazos y meneé la cabeza lentamente sin dejar de mirarlos, era mi manera de decir ¿Qué pasa?,dándoles a entender que a mí no me parecía tan mal.
-No-gruñó mi padre. Fruncí el ceño, preparándome para protestar como no lo había hecho nunca en mi vida.
-No vamos a hacer nada.
-¡QUE NO, HE DICHO! ¡No dormirás con él! ¡Y punto!
-¿Dónde quieres que duerma él, entonces?
-¡Que duerma en el sofá!
-¡No podéis hacer que duerma en el sofá! ¡Es un invitado!-exploté,fuera de mí, más incluso de lo que había previsto en un principio.
-¡Como si es el Papa! ¡No va a dormir contigo!
-¡Si él no duerme en una cama yo tampoco lo haré!
-¡Pues dormid los dos en el sofá! ¡Me da igual!
-¡Entonces dormiremos juntos de todas formas, aunque no estemos en una cama!
Pude sentir dentro de mi pecho las carcajadas de Louis por los gritos que estaba dando su novia, divertido por cómo estaba manejando la situación.
Supe que confiaba ciegamente en mí, como si nada importase, como si yo pudiera con todo. Cerré la mano en torno al pequeño corazón que tenía la pulsera que me había regalado, acaricié el anillo de mi cumpleaños y cerré los ojos con fuerza, armándome de valor para no ponerme a suplicar como una loca... o peor, a dar gritos como una loca, lo que les haría enfadar y eliminaría las posibilidades que teníamos de dormir juntos él y yo.
-No hemos hecho la cama-empecé a protestar, y mi madre se echó a reír.
-Nunca has sido tonta, Erika. Tienes a quién parecerte.
-Que duerma en la alfombra, igual que hace el perro-espetó mi padre, haciendo caso omiso de las palabras de mamá.
-Voy a dormir con él-repetí en un alarde de tozudez que llegaba a un extremo desconocido para mí.
-Déjala,Ángel-intercedió mi madre.

-¿CÓMO LA VOY A DEJAR, MARIPAZ? TIENE 16 AÑOS. NO PUEDE DORMIR CON SU NOVIO
-Lo hago todas las noches-ladré.Los dos se me quedaron mirando-.No puedo dormir sin él.
-¿Cuando vas a Inglaterra...?-mamá dejó la frase en el aire, incapaz de seguir. Tragué saliva, dándome cuenta de que había metido la pata hasta el fondo.
-Sí-susurré con un hilo de voz.
-¿ESTO SE REMONTA A LA PREHISTORIA?-bramó papá, como si no hubiera mañana. Negué con la cabeza.
-Un día tuve una pesadilla y le pedí que durmiera conmigo.
¡MENTIIIIIIIIIIIIIIIRA,MENTIIIIIIIIIIIIIIRA!Canturreó Caroline Flack en mi interior.
Mamá miró a papá un momento.
-Si llevan haciéndolo mucho...
-¡EN MI CASA NO!
-¡PUES ME LARGO AL PALACIO DE FERRERA CON ÉL! ¡NO SERÁ LA PRIMERA VEZ!
Ahí encajó la última pieza del puzzle que le quedaba. Ahí descubrió que yo no había dormido en una habitación separada a la de Louis el sábado pasado
-Por favor-supliqué,me hubiera llevado las manos entrelazadas al pecho de no haber considerado que sería excesivo-, por favor, papá, me necesita, y yo a él. No podemos dormir si no estamos juntos. Yo no puedo comer si no está conmigo.
Aquello era verdad, ellos mismos podían comprobarlo: ya no comía como antes, paseaba mi comida por el plato exactamente igual a como lo había hecho Louis por la mañana, no probaba bocado y ellos no me decían nada, seguramente porque esperaban que estuviera llena de haberme hinchado a comer en el recreo (lo cual hubiera sido propio de mi antigua yo si mi antigua yo no odiara como yo lo hacía aquella pequeña caja blanca que te decía en qué nivel de vaca te encontrabas: vaca normal a vaca elevada a diez), esperanza lejana de la realidad, en la que yo tiraba mi pequeño sándwich porque era incapaz de metérmelo en la boca... porque él no estaba allí.
El anillo ardía.
La pulsera ardía.
Pero mi cuerpo estaba congelado, le echaba de menos, mi cintura echaba de menos sus brazos a su alrededor, protectores, brazos que siempre hacían lo correcto y te hacían sentir lo mejor de este mundo.
Iban a continuar con sus protestas cuando la inspiración me iluminó.
-Escuchad-alcé las manos al cielo y mi perro se me quedó mirando, visiblemente preocupado por mi estado mental-. Sé que no os gusta. Sé que creéis que no es bueno, que es demasiado mayor. Son solo cinco años, de todas formas, pero puedo entender que os parezca mucho tiempo, sobre todo en nuestra edad, pero... es bueno. Es buenísimo. Tenéis que creerme. Es de las mejores personas que he conocido. Sé que creéis que le gusta demasiado la fiesta, y es probable que sea así, pero yo soy responsable. Lo sabéis. Cuidamos el uno del otro. Cuando él no me está cuidando yo le estoy cuidando a él. Nos necesitamos muchísimo.
-¿Cómo que le gusta demasiado la fiesta?
-Sí,las fotos que hay en Internet, la información, y esas cosas. Pero él no es así. Que beba cerveza a menudo no significa que no sepa comportarse, o que me trate bien-pensé para mis adentros que aun borracho él me trataba bastante mejor que mis progenitores-, pero no es así. Es un cielo. Es un caballero. Por favor, ¡es inglés! Todos los ingleses son caballeros, incluso hartos a cocaína.
Me miraban con atención.
-No hemos hecho nada que solo él quisiera. No me ha obligado a hacer nada de lo que yo no estuviera segura... salvo lo de actuar en los Juegos, pero eso es otra historia. Me quiere-no me di cuenta de que me llevé las manos al pecho hasta mucho después-, me ama, me cuida.Me respeta.¿Por qué no entendéis eso? No le veo más que los fines de semana,y ahora que puedo estar con él más tiempo, que podemos aprovechar más lo poco que estamos juntos, vosotros queréis separarnos. Cuando no es un mar, son mis padres, y cuando no son mis padres, es mi instituto. Por favor. Dejadme dormir con él. Nunca hacemos nada que pueda perjudicarnos.
Se miraron largo rato, intercambiando opiniones e ideas sin necesidad de abrir la boca... pero aquella comunicación estaba lejos, muy lejos, de hacer algo que envidiara a la que manteníamos Louis y yo.
-Es buen chaval-susurró mi madre-. Creo que a veces es un poco... demasiado...
-¿Vivales?-pregunté, burlona, recordando cuando lo había visto en la novia de unos amigos y me había espetado que Louis tenía cara de vivales.
-Sí. Pero parece buen chaval.
-Deberíais verlo con las hermanas. Es un amor cuando está con sus hermanas. Sobre todo con las gemelas.
-¿Cuántas tiene?-preguntó mi madre, más para calmar el ambiente que por curiosidad.
-Cuatro.
Mi padre abrió mucho los ojos.
-¿CÓMO QUE CUATRO?
-Sí, cuatro. Todas más pequeñas.
Casi pude escuchar el pensamiento sarcástico de mi padre acerca de las aficiones de mi suegra, pero decidí dejarlo estar, ya que él no se atrevió a decir eso en voz alta.
Entonces Louis sí que le daría una paliza, de eso estaba segura, si se llegara a enterar.
-Mándale venir.
Asentí rápidamente, como una criada con sus amos, y corrí hasta mi habitación.
Se me quedó mirando como si estuviera loca cuando me aferré a la cama y le hice un gesto con la cabeza en dirección a la puerta mientras ordenaba:
-Ven conmigo al salón.
Suspiró, asintió, se arrastró fuera de la cama y me siguió por el pasillo.
Nos quedamos a la mayor distancia posible de mis padres, sin llegar a tocar el gran armario que hacía las veces de expositor de figuritas de cristal que mi madre había comprado cuando los dos se conocieron.
-Tradúcele exactamente todo lo que yo te diga-exigió papá, yo asentí, muy seria, sintiendo los ojos de Louis clavados en los míos. Di un paso hacia un lado, pegándome contra él, y entrelacé nuestras manos.
-A ver, chaval-empezó mi padre, clavando una mirada asesina en los ojos de Louis. La primera mirada asesina a ese azul clarísimo que no provenía de otro azul clarísimo, cabreado porque su dueño había desobedecido órdenes directas de los de arriba, como llamaban los hermanos Tomlinson a sus padres. Papá se me quedó mirando, expectante-. ¿Qué? ¿No empiezas?
-Necesito escuchar toda la frase porque muchas veces no tenemos la misma estructura sintáctica-me excusé, notando cómo los latidos del corazón de Louis se disparaban, martilleando el pulso de su muñeca la mía propia.
-De acuerdo-papá se rascó la cabeza y volvió a poner la cara de jaguar cazador que acaba de encontrar un cervatillo herido-. Sé lo que queréis los chicos a vuestra edad, y me parece que ya lo has conseguido hace mucho tiempo. Como no estoy seguro y mi hija no me lo va a decir, voy a prometerte algo. Como intentes algo con ella, te acordarás de mí. ¿Queda claro?
Genial, ahora mi padre se parecía a mi profesor de historia.
Louis asintió rápidamente.
-Probablemente estés acostumbrado a hacer lo que te dé la gana porque todo el mundo besa el suelo que tú y tus amigos pisáis, pero aquí lo llevas claro-papá sonrió, y noté cómo Lou reprimía las ganas de dar un paso atrás ante esa sonrisa lobuna-. Estás en mi casa, y aquí hay unas reglas, chaval.
Louis volvió a asentir.
-Son bastante sencillas, incluso tú vas a poder entenderlas-me apresuré a relajar el tono amenazador e insultante de la frase a base de decirle a Lou que tenía envidia porque él, mucho más joven, tenía todo lo que él deseaba, como, por ejemplo, piernas sanas que le permitirían andar en moto-. En realidad, todo se reduce a una única norma-papá se encogió de hombros, y mi madre se lo quedó mirando; dejó de acariciar al perro para centrar toda su atención en su marido-. No vas a hacerle nada raro a mi niña. Ni ahora, ni mañana, ni pasado, ni durante todo el tiempo que estés aquí. ¿Está claro?
Louis asintió.
-¿Solo sabes asentir?
Louis dejó escapar un tímido sí, está claro por sus labios, como temiendo decirlo en voz alta y cabrear todavía más a mi padre.
-Bien. No se te ocurra desobedecerme, chaval. Porque lo lamentarás. Toda tu vida-papá entrecerró los ojos y Louis me soltó la mano, muerto de miedo. Me coloqué rápida pero disimuladamente detrás de él para cortarle la retirada, evitando así que más tarde se sintiera un cobarde y se torturara con un monólogo interno-exterior en el que no pararía de decir que había sido un egoísta y no cesaría en preguntas del tipo Si he hecho esto, ¿no podré hacer esto otro para cuidar de ti, nena?
-Quítalo de mi vista.
No traduje eso, sino que me limité a engancharlo del brazo y arrastrarlo fuera del salón, en dirección a mi habitación.
Se me quedó mirando, distante, mientras me ponía el pijama a una velocidad infernal, recordándose que no podía dejar que la mecha de la pasión se encendiera en su interior, porque entonces se armaría una buena.
Pero a mí no me daba la gana estar sin sexo una semana porque a mi padre no le gustara mi novio. Era yo la que me tenía que acostar con Louis, no él.
Me acurruqué en la cama contra él y le besé el pecho.
-Tengo la impresión de que eres adoptada, nena-me confió, sin apartar la vista de la tele, mientras me acariciaba con el pulgar el hombro. Me había pasado el brazo por la espalda y había dejado la mano sobre mi brazo justo antes de acomodarme yo, lo que me hizo olvidar la charla que le tenía preparada acerca de que yo le quería más de lo que mi padre le odiaba, que pronto a papá se le pasaría, y un largo etcétera.
-Ya quisiera yo-repliqué, jugueteando con el anillo, dándole vueltas y más vueltas como si no hubiera un mañana, contemplando la mancha borrosa en que se convertía la pequeña cerradura que traía este en su interior.
Sonrió mientras contemplaba la televisión, sumido en sus pensamientos.
-¿De qué te ríes?-inquirí, curiosa, incorporándome para mirarlo. Mi pelo cayó en cascada por mi hombro y le acarició el cuello, pero él no se inmutó. Probablemente dejara de lado las cosquillas que le hacía, o ni tan siquiera las sentía debido a la tensión que todavía tenía en el cuerpo.
-De que follar no es nada raro. La gente no aparece aquí por generación espontánea, ¿sabes? Tú no estás aquí por generación espontánea.
Me eché a reír y asentí; llevé el índice por su pecho, negando con la cabeza.
-Ya me has dicho eso antes.
-Sí, en tu pueblo, aquella noche en la que ninguno podía dormir-asintió con la cabeza, sin apartar la vista de mí. Sus ojos tenían un brillo místico debido a los reflejos de la televisión, un brillo que me volvía loca cada vez que aparecía en ellos. Me mordí el labio inferior y él observó esta acción, se humedeció los labios y me inclinó para besarme.
-Cuando algo está prohibido es cuando más ganas tiene la gente de hacerlo-gimió contra mi boca, yo sonreí.
-Yo estoy prohibida ahora, ¿eh?
-Eso te hace mucho más atractiva.
Me eché a reír y seguimos uniendo nuestras bocas, persiguiendo nuestras lenguas, sin hacer caso de la televisión.
No me habría importado que mi padre entrara justo en ese momento, nos viera así y nos echara a los dos de casa. Podríamos dormir en la calle.
Podríamos hacerlo en la calle.
Llevó sus manos a mi cintura y se detuvo allí. Sus pulgares acariciaron la piel desnuda, justo sobre el hueso, en el lugar exacto donde yo sabía que, si me tocaba, haría lo que él me dijera. Suspiré y me lo quedé mirando.
-No quiero problemas.
-Mi segundo nombre es problema.
-El mío William. Un placer.
Nos echamos a reír y me empujó suavemente para que me bajara de encima.
Se apoyó en el codo y me observó, tumbada a su lado, con todo el pelo esparcido por la almohada, tan parecida a como era cuando acabábamos de hacerlo, y sin embargo tan distinta... le acaricié el cuello y se estremeció.
-Tu padre es cruel.
-Quiere provocarnos. Creo que lo hace a posta. Seguramente quiere nietos y no sabe cómo pedírmelos.
-Yo hago nietos por encargo, así que que me llame cuando quiera herederos-me guiñó un ojo y me doblé sobre mí misma, muerta de risa.
Mientras en la televisión seguían con las cosas de siempre, ajenos a los cambios que se habían producido en mi armario, mi cama, mi habitación y mi casa en general, me incorporé, me destapé y posé los pies en el suelo. Lou rápidamente se giró y me abrazó la cintura.
-No te vayas.
Tiró de mí hasta tumbarme a su lado en la cama.
-No te vayas, no te vayas, no te vayas, no te vayas...-suplicó, besándome en los labios cada vez que lo hacía.
-Tengo sed-repliqué entre risas.
-Yo rellenaré la botella-dijo, haciendo un gesto con la cabeza hacia la mesilla donde estaba la botella de agua, completamente vacía salvo por un par de remolonas gotas que se negaron en su día a hacer su trabajo y aplacar mi sed.
-¡Si no sabes dónde está el agua!
-Pues pregunto.
-¡Pero si no entiendes español!
Meneó la cabeza y me besó el cuello, produciéndome un estremecimiento.
-No te vayas.
-Vuelvo en un minuto-le aseguré, pegándome a él, uniendo nuestras mejillas.
-30 segundos.
-Está bien.
-Corre-exigió, dándome un empujón con un pie que había sacado de debajo de la manta. Me lanzó la botella, yo la cogí al vuelo, haciendo que se echara a reír debido a la cara que ponía cada vez que alguien me lanzaba una cosa (porque en el 99% de las ocasiones yo era incapaz de cogerla al vuelo y terminaba recogiéndola del suelo o agradeciendo a algún compañero que la hubiera alcanzado por mí).
Caí en la cuenta de que ya había pasado la hora en que me acostaba normalmente, y como era muy posible que mañana fuera la instituto aun teniendo a Louis en casa, rellené a toda velocidad la botella y le exigí que volviera a salir de la cama, alegando que íbamos a despedirnos de mis padres.
Se puso pálido, pero asintió con la cabeza; yo me eché a reír y le ofrecí mi mano, que aceptó como siempre hacía.
Nos asomamos de nuevo a la puerta y mis padres se me quedaron mirando. Noble se levantó de la alfombra, donde yacía tumbado, y se acercó a nosotros. Lloriqueó un poco para que le acariciáramos detrás de las orejas y, cuando se dio por satisfecho, volvió a su sitio.
-Vamos a dormir ya.
Papá asintió.
-Vale-contestó mamá.
-Buenas noches-balamos cuales corderos Louis y yo, cada uno en su lengua, y mis padres hicieron un gesto que venía a indicar lo mismo.
Antes de volver a tumbarnos, Louis se apoyó en la pared, mirando por encima del hombro la puerta de mi habitación, cubierta de pósters de Taylor Lautner.
-¿Qué te pasa, hombre de Dios?-inquirí, colocando el mando de la televisión en su sitio y apagando esta.
-Tengo que ir al baño-gruñó. Asentí.
-El coronel te dejará usar su baño, no te preocupes-bromeé. Sonrió.
-Temo que me haya puesto una mina antipersonas a la entrada, mi sargento.
Me encogí de hombros.
-Vete al grande, el que está al final del pasillo, ¿eh?
Se acercó a mí y colocó sus manos en mis caderas, activando, como siempre, las corrientes eléctricas que me recorrían.
-¿Por qué? Me gustan los espacios pequeños-replicó, besándome el cuello.
Tómame.
Tómame a-ho-ra.
-Porque ese es el que uso yo. Solo voy yo.
-Marginado total, ¿eh?
-Sí.
Siguió mordisqueándome el cuello, sujetándome, pues las piernas ya me habían fallado cuando sus dientes hallaron mi piel.
-Quiero repetir algunas cosas-murmuró contra mi oreja, un segundo antes de capturar el lóbulo entre sus dientes.
-¿Qué cosas?-jadeé, recordando todos nuestros encuentros, todos los lugares en los que nos habíamos conocido... realmente bien-. ¿Lo de aquella vez?
Noté cómo me sonrojaba, recordando lo de aquella vez.
Aquella vez en la que habíamos probado algo nuevo, improvisando, en el momento álgido en cuanto a ocupación de la casa se refería.
Cuando Stan había salido de la habitación momentos antes. Cuando su boca me había recorrido totalmente.
-Sí, también-sonrió-. Cuando te lo tragaste.
Me lo quedé mirando, con una ceja alzada.
-No me tragué nada, Louis.
-No te apartaste, Eri-replicó, llevando mis caderas contra las suyas. Parpadeé un poco más despacio de lo habitual, deleitándome con ese contacto.
-Ya. Pero no me tragué nada.
-¿Debería haberte avisado?
Tendría que haber sonado preocupado, o por lo menos curioso, pero sonó divertido, travieso.
Hice un gesto con la mano.
-Nah, da lo mismo.
-No querías apartarte.
Silencio, solo interrumpido por el murmullo de la televisión del salón.
-La verdad es que no.
-Reconoce que te gustó mucho.
Sonreí, pero no lo miré cuando susurré:
-Sí, me gustó. Me encantó. Y a ti.
Su mano acarició mis pechos, debajo de mi pijama, humedeciéndome.
-Por eso hay que repetir.
Asentí.
-Oh, vaya que lo hay que repetir. Pero ahora no.
Negó con la cabeza, travieso. Me tenía, sabía que me tenía, sabía que con una palabra suya haría lo que me ordenara... pero no abusó de esa autoridad.
-Ahora no-coincidió, aun sabiendo que ese momento tenía algo de especial, un morbo casi desconocido, de no haberlo saboreado en Doncaster...
¿Qué había mejor que temer ser pillados precisamente en ese momento?
Me soltó las caderas, y lo dejé marchar, todavía sintiendo la calidez de sus manos en mi cuerpo.
Se giró en la puerta, juntó los pies y se llevó la mano a la frente.
-¡Soldado Tomlinson preparado para iniciar reconocimiento del terreno, mi general!
-¡Lárgate ya!-espeté entre risas, dejándome caer en la cama.

Las agujas del reloj se arrastraban lentamente, negándose a permitirme dormir.
Sonaban como pequeñas bombas concentradas en una caja de apenas un centímetro de lado, y, sin embargo, eran suficientes para ponerme histérica.
Me había costado demasiado encontrar a alguien que me aguantara tal y como era, ¿por qué tenían que joderlo todo mis padres?
Recordé lo que me había dicho mi madre cuando me asomé y grazné si habían mirado el reloj, cabreada por haber perdido minutos de sueño, pero contenta a la vez por haberlo hecho y poder haber disfrutado de Louis cuando los dos mejor estábamos, esto es; metidos en la cama.
-No voy a meterme en tu habitación, no vaya a ser que vea algo que no deba.
Fabuloso fue lo primero que pensé, seguida de una retahíla de pensamientos sarcásticos solo dignos de la mejor fan de Jacob Black (una servidora): no quieres ver cómo creamos un Frankenstein de cinco brazos y tres cabezas, no quieres ver cómo disecamos una cabra, no quieres ver cómo hacemos una danza tribal alrededor de un caldero chorreante de un burbujeante líquido púrpura, no quieres ver cómo creamos un ejército de peluches ninja asesinos capaces de destruir el mundo.
Es tu problema no querer ver cosas guays.
El brazo de Louis seguía en mi brazo, recordándome que de momento estaba soportando todo el odio que mi familia le profesaba.
Deberían darle una oportunidad, era un amor de criatura, amor con mayúsculas, y no solo por ser mi novio (que también). Era el típico tío que podía tener una depresión de infarto pero que haría lo posible por sacarte una sonrisa a cada minuto, el típico que cuando te veía triste te daba el consejo de tu vida, el típico que daría su vida por sus amigos, el típico que se preocupaba más de los demás que de sí mismo... y lo demostraba cada día, cada minuto, cada segundo.
Me besaba, me abrazaba, me decía que me quería cuando yo estaría hecha polvo en su situación: yo no aguantaría dos minutos sin llorar al saber que mis padres se divorciaban.
Cierto que él había derramado lágrimas, pero la razón por las que las derramó decía mucho de su persona: sus hermanas. Siempre sus hermanas, le daba igual lo que le pasara a él, pero sus hermanas no.
Él era demasiado feliz, incluso podía merecérselo.
El segundero pasó sobre el número siete cuando la palabra feliz cruzó mi mente. Sonreí en la oscuridad.
Siete.
Feliz.
Siete.
Yo.
Decía tonterías por el grupo de WhatsApp en el que estaban los chicos, haciéndoles creer que estaba bien, convenciéndoles de que no debían preocuparse.
Louis: damas, me congratulo en anunciaros que si estoy aquí dos días volveré a casa con el culo más hermoso del mundo.
Liam: ¿qué?
Zayn: qué mal estás. Dejadme dormir.
Louis: espera, ¡YA TENGO EL CULO MÁS MARAVILLOSO DEL MUNDO!
Harry: LOLÍSIMO.
Liam: JAJAJAJAJAJA
Zayn: PUTO LOUIS JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
Louis: Niall no dice nada porque seguro que se le ha caído el teléfono.
Liam: Niall, respira. ¿Quieres una ambulancia?
Zayn: OH DIOS MÍO NIALL MI AMOR SOCORRO QUE SE ME MUERE SOCORRO AYUDA AUXILIO.
Harry: para tu información, Tommo, Zayn está gritando eso por casa.
Liam: sí, como que no como con cuchara que Zayn está chillando.
Louis: NIALL ESPERA AGUANTA AHORA VIENE LA AMBULANCIA.
Liam: SOCORRO QUE SE MUERE EL IRLANDÉS.
Harry: LLAMAD A LA PUTA AMBULANCIA, COÑO.
Zayn: ¿HOLA, AMBULANCIA? MIRE, SE ME DESCOJONA EL IRLANDÉS. VENGAN RÁPIDO. ADIÓS.
Harry: NO CUELGUES DESGRACIADO, NO LES HAS DADO NUESTRA DIRECCIÓN.
Louis: PUTO ZAYN JAJAJAJAJAJAJAJAJAJ QUÉ ARTE TIENES CABRÓN.
Liam: ¿queréis discutir? QUE ACTIVO LAS MAYÚSCULAS EH.
Niall: ¡DADLE CAÑA AL MONO!
Louis: eseeeeeeeeeeee.
(Llegados a ese punto mi teoría de que los tíos decían eseeeeeeeeee cuando se encontraban con otro cuyo nombre no recordaban se vio destrozada).
Zayn: OH DIOS MÍO NIALL PENSABA QUE HABÍAS MUERTO.
Niall: va a hacer falta más.
Louis: mira este: era un pueblo tan seco que las vacas daban leche en polvo.
Niall:...
Harry: ...
Liam:...
Zayn:... qué buena Louisiana.
Harry:JAJAJAJAJAJAJAJAJA
Liam: ¿LOUISIANA? JAJAJA.
Louis: cierra la boca Bradford Bad Boi, eso se dice solo en la intimidad.
Niall: Louisiana. JAJAJAJAJAJA. Louisiana.
Harry: Louis tiene el nombre de un estado.
Louis: que hostia tenéis cada uno encima.
Zayn: te quiero.
Louis: muérete.
Zayn: sigo queriéndote.
Louis: pues sigue muriendo.
Zayn: quiero un hijo tuyo.
Louis: soy muy puritano. Casémonos.
Harry: el embarazo está en el aire.
Liam: doy fe.
Niall: espera, ¿QUÉ? ¡FELICIDADES LOUIS!
Louis: ¿qué?
Niall: ¿Eri está embarazada?
Louis: ¡NO!
Niall: ¿Para cuándo son?
Louis: ¿Q-U-É?
Niall: los gemelos.
Louis: cómo me conoces, cómo sabes que soy un semental, ¿eh?
Liam: ¿QUÉ COÑO? NIALL, TÚ Y YO TENÍAMOS ALGO.
Zayn: te engañó con el Tommo.
Liam: LOUIS HIJO DE PUTA. VUELVE AQUÍ SI TIENES HUEVOS.
Niall: los tiene.
Louis: JAJAJAJAJAJAJAJA
Harry: joooooooooder, no calláis eh. Qué pesados sois.
Louis: Harold se pone celoso.
Zayn: OH DIOS MÍO te amo Harold.
Liam: id a un hotel.
Louis: sigo odiándote, Zayn.
Zayn: NO! :(
Louis: sep.
Niall: yo voy a ser el rey león, y tú lo vas a ver.
Harry: ¡JODER!
Liam: prepárate.
Zayn: Dios.
Niall: y sin pelo en ese cabezón un rey no puedes ser.
Louis:... Deberíais ver la cara de Eri leyendo esto.
Niall: NO HA HABIDO NADIE COMO YO, TAN FUERTE Y TAN VELOZ. SERÉ EL FELINO MÁS VORAZ Y ASÍ SERÁ MI VOZ.
Liam: cállate Niall.
Zayn: no haces gracia.
Niall: ES PORQUE SOY IRLANDÉS, ¿VERDAD?
Harry: exacto.
Niall: XENÓFOBOS.
Louis: Eri se mea.
Liam: normal hijo de mi vida, normal.
Harry: tenemos que hacer que se baje la aplicación y así la acosamos virtualmente.
Zayn: a mí me gusta acosar en persona.
Harry: eso también.
Louis: la acoso yo de vuestra parte, no hay problema.
Niall: seguid marginándome, cabrones.
Liam: te queremos, Niall.
Niall: no soy de vuestra acera, panda de mariposas.
Harry: pues me miras mucho el paquete, hermano.
Louis: y a Zayn el culo.
Niall: ESO ERA SECRETO, LOUISIANA.
Louis: vuelve a llamarle Louisiana y te mato.
Liam: Louisiana.
Harry: Louisiana.
Zayn: Louisiana.
Niall: Louisiana.
Louis: ¿Para qué quiero enemigos teniéndoos a vosotros, tíos?
Liam: nos amas.
Louis: ojalá te atropelle un camión cargado de cucharas.
Niall: JAJAJAJAJAJAJAJAJA. Sigamos cantando.
Louis: POR FAVOR, NIALL. NO.
Zayn: matadme, MATADME.
Harry: me pica un pie.
Liam: fascinante.
Niall: es un ciclo sin fin, que lo envuelve toooooodo, y aunque estemos solos, debemos buscar y así recordar.
Zayn: oh dios mío voy a matarte Niall en plan de CIERRA LA BOCA.
Niall: ... :(
Liam: ...
Zayn:..
Harry:...
Louis...
Louis: y al fin encontrar un hogar lejano. No sé como sigue, pero lo invento, ma chu wenah.
Harry: CÁLLATE.
Niall: bababíchibabá.
Louis: si chún, wen yai vé.
Niall: wen ya va.
Liam: ¿por qué audicionaría una segunda vez, joder? ¿POR QUÉ?
Zayn: ola ke ase.
No había podido leer más de su conversación, cuando Zayn puso eso empecé a reírme como loca, y las lágrimas se desbordaron de mis ojos.
Y, por supuesto, no podía olvidar su cara cuando le sugerí volver a llamar a casa para hablar con las gemelas.
-¿Estás enfadado con nosotras, BooBear?-habían preguntado las pequeñas, a lo que él frunció el ceño.
-Vais a escucharme como no habéis escuchado a nadie en vuestra vida, ¿está claro?
-Sí.
-Nunca, jamás, jamás, ni aunque yo quiera, podré enfadarme con vosotras. Sois mis niñas, y yo nunca me enfado con mis niñas.
-¿Seguimos siendo tus niñas?-inquirieron, esperanzadas.
-Por supuesto, mis amores.
-Es que en un sitio dijiste que Eri era tu niña.
-Puedo tener muchas niñas. Pero vosotras sois las más importantes-me había pasado un brazo por la cintura y me había guiñado un ojo, suplicándome que no le diera demasiada importancia al asunto. Le besé los labios mientras escuchábamos a las pequeñas.
-Entonces, ¿por qué te has ido?
-Estoy mala, y Louis me está cuidando-salí en su defensa, ganándome un te quiero, amor de recompensa.
-Oh, ¿qué te pasa?
-¿Te morirás? ¿Se va a morir, Fiz?-preguntó Phoebe a su otra hermana, que estaba por allí.
-Oh, no es nada, vosotras tranquilas. Louis me está cuidando muy bien, ya casi estoy curada.
-Ah. Devuélvelo pronto, ¿vale?
-Oh, ¿no me lo dejáis, princesas? Dejádmelo un poco, venga.
-Bueno, está bien-gruñó Daisy en tono teatral-. Pero esto te va a costar muchos helados.
-¿Y si os traigo algún día a mi casa? ¿Y os llevo de paseo por España? ¿Qué os parece?
Phoebe y Daisy intercambiaron unas palabras que ninguno de los dos entendió, para terminar proclamando la primera:
-Quédatelo todo el tiempo que quieras.
-Gracias, pequeñas-espetó Louis, fingiéndose ofendido.
Eran las típicas cosas que nadie más podía hacer, solo él podía hablar con sus hermanas con total naturalidad, solo él podía decir gilipolleces (recitar la letra en suajili del Rey León, por ejemplo) por mensajes, solo él podía abrazarte y hacerte sentir la criatura más feliz y especial de este universo aun estando él destrozado. Eran las pequeñas cosas de Louis que solo conocías cuando estabas con él o cuando le seguías la pista concienzudamente.
Las pequeñas cosas de las que te enamorabas, porque no se encontraban en nadie más que en él.
¿Por qué intentaban apartarlo de mi lado siendo subnormales? No iba a encontrar uno mejor que él.
No había nadie mejor que él, y era mío. Era increíble que fuese mío, era milagroso, casi una herejía, entonces, ¿por qué se empeñaban de esa manera en destrozarme?
-Eri, ¿estás dormida?-preguntó con un hilo de voz, tan bajo que me pregunté si lo había oído de verdad.
Coloqué una mano sobre el brazo que me rodeaba la cintura y susurré:
-Sí.
-No puedo dormir.
-Yo tampoco. No dejo de darle vueltas a la cabeza.
-¿En qué piensas?
-En nosotros.
-Ah. Yo tampoco puedo dejar de taladrarme.
-¿En qué piensas tú?
-En mi familia.
Me di la vuelta y observé su silueta a la luz que se colaba por las rendijas de la ventana.
-¿Enciendo la lámpara?
Se encogió de hombros y parpadeó cuando lo hice. Acosté la cabeza a su lado y lo besé despacio.
-¿Sabes qué dijo uno de mis reyes una vez?
-¿Qué?
-Si el problema tiene solución, no te preocupes, acabarás encontrándola.
-¿Y si no la tiene?
- ¿Por qué preocuparse, pues?
Le sonreí, y me sonrió.
-Yo era muy pequeño cuando mamá se separó de Troy. Las demás no tendrán mi misma suerte.
-Tú también vas a sufrir. No solo ellas. Tú también tienes corazón, amor-dije, cogiendo la mano que me acariciaba suavemente y llevándosela al pecho-. ¿Lo sientes? Tú también lo pasarás mal. Voy a estar contigo. Los chicos vamos a estar contigo, con tus hermanas y con tus padres. No os vamos a dejar solos.
-Ellas no se lo merecen.
-Tú tampoco. Y no por eso las cosas dejarán de suceder. ¿En quién te estás convirtiendo, tío? Louis Tomlinson jamás se preocupa. Se ríe en la cara de la preocupación.
-Louis Tomlinson tenía una familia.
-Louis Tomlinson tiene siempre una familia. Tiene siempre a sus hermanas, a sus amigos, y me tiene a mí. Cuando yo digo para siempre, es para siempre. Dile a Louis Tomlinson que se meta en la cabeza que no se va a librar de mí con tanta facilidad.
-Eres boba-se echó a reír y me besó la punta de la nariz.
Luego, me besó el cuello, recordándome quién era él y quién era yo.
-Quiero hacer el amor contigo, porque eres demasiado perfecta para ser real-gimió contra mi oreja, poniéndome la piel de todo el cuerpo de gallina.
La presentadora del programa que mis padres estaban viendo siguió recitando su diálogo.
-Yo también... pero... con ellos ahí...-miré hacia la puerta, ganándome una sonrisa socarrona por su parte.
-Sé que estamos desobedeciendo las normas, pero tu padre no ha dicho algo que podemos utilizar.
-¿El qué?-inquirí, frunciendo el ceño.
-Yo no puedo hacerte cosas raras... pero tú a mí sí.
Me tumbó a su lado y se afanó en besarme ,recorriendo todo mi cuerpo con su boca. Apenas pude musitar una pregunta.
-¿Y si nos pillan?
Aquello de que había mucho morbo con que nos pillaran había desaparecido, ahora solo pensaba en que mi cama era muy calentita.
-Eso es lo mejor de todo-replicó, introduciendo su mano por debajo de mi camiseta y sosteniendo uno de mis senos en ella. Lo sopesó mientras yo le respondía que para mí no era así.
-Te enseñaré a que te guste.
Me desnudó y le desnudé con urgencia. Contemplé nuestros cuerpos desnudos un segundo, él miró mi sexo y yo el suyo. Nos las arreglamos para ponerle el condón mientras nos dábamos placer mutuo y me penetró. Sentí las familiares palpitaciones en mi interior cuando entró en mí, cuando me embistió, haciéndome suya. Gemimos, jadeamos, nos besamos, nos lamimos, acariciamos y tocamos mientras yo luchaba por reprimir los gemidos: en esos intentos, arqueaba la espalda y él aprovechaba para embestirme, llegar más adentro de mí y poseerme con su abrasador fuego.
Me tapó la boca cuando un grito más alto que sus compañeros se escapó de ella, excitándome todavía más. Las corrientes eléctricas, el fuego de mi interior, y la calidez de su piel se vieron mermados por las sacudidas de mi pelvis.
Él también las sintió, me besó en la boca y lamió mi lengua mientras me corría con él dentro. Apreté sus nalgas contra mí, negándome a que se escapara, y ya no lo soportó más; noté las familiares sacudidas cuando hizo lo propio en mi interior. Protesté cuando trató de retirarse, negué con la cabeza y sonrió.
-Eres buen profesor-me limité a decirle.
Volvió a ponerse duro, esta vez dentro de mí, y aquella sensación fue tan maravillosa que me tapó los labios cuando susurré su nombre, conservando lo especial del momento.
-Te amo-susurré. Sonrió.
-Yo sí que te amo, pequeña.
Me besó en los labios, y ya pudimos dormir en paz, pues estábamos en una cama, y la habíamos utilizado.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Los tres mosqueteros.

-¿Estáis disfrutando?
-¿Siempre sois tan gallito?
-Solo los martes. Y siempre que hay mujeres hermosas cerca.
-¿Creéis que soy hermosa?
-En realidad, es martes.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Twihards, our saga is forever.

The worst thing about this is not that there are not more movies coming out, it's that we'll start going apart of each other. You guys are incredible, have been my life for 5 years, have been all here since I first tweeted. I don't want this to end. I don't want US to end.Our saga is not only a saga, is just a piece of the biggest friendship and brotherhood I ever had. Thank you so much for giving sense to my life, thanks for being here when noone else was. Thank you for being Twihards. Thank you for loving me and letting me love you. So let's just stand up in the cinema, clap our hands like we never did, cause my saga, OUR SAGA, would not die until we die. CLAP YOUR HANDS BECAUSE OUR SAGA IS FOREVER.
Lo peor de esto no es que ahora ya no va a haber más películas estrenándose, es que empezaremos a separarnos los uno de los otros. Sois increíbles, habéis estado en mi vida 5 años, habéis estado todos aquí desde mi primer tweet. No quiero que esto acabe. No quiero que NOSOTROS acabemos. Nuestra saga no es solo una saga, solo es una parte de la mayor amistad y hermandad que he tenido nunca. Muchísimas gracias por darle sentido a mi vida, gracias por estar conmigo cuando nadie más lo estuvo. Gracias por ser Twihards. Gracias por quererme y dejarme quereros. Así que, levantémonos en el cine, aplaudamos como nunca antes hemos hecho, porque mi saga, NUESTRA SAGA, no morirá hasta que nosotros muramos.
APLAUDID PORQUE NUESTRA SAGA ES ETERNA.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Hoy duermes en el sofá.

La mochila, como siempre, me pesaba toneladas. Tiraba de mi espalda hacia atrás en un intento de hacerme ir más despacio, como si no le gustara regresar a casa. En el fondo me parecía que mi mochila tenía alma y le gustaba estar con otras mochilas, pero en cuanto ese pensamiento pasaba por mi cabeza, lo desechaba rápidamente a base de sacudirla y hacer que mi pelo volara a mi alrededor: tenía 16 años.  Ya era hora de dejar de pensar en tonterías.
Pero no me daba cuenta de que nunca podría dejar de pensar en tonterías cuando las tonterías de mi novio eran lo que más me atraía, y las mías lo que más le había atraído a él.
Metí las llaves con la típica vagancia, pensando una vez más por qué no poníamos una puerta automática de esas tan exitosas en los centros comerciales, la empujé y esperé a que Noble viniera corriendo hacia mí, chillando y lloriqueando de alegría.
Bueno, solo venía corriendo hacia mí cuando no estaba tirado en el sofá, como en ese momento; me dirigió una mirada de reconocimiento, girando la cabeza como un ser de alta cuna (en eso le hacía honor a su nombre) y volvió a mirar la tele, donde recitaban el índice de la prima de Riesgo.
Mi perro era una criatura culta, joder.
-Hola-canturreé, se había acabado un día de clase, un día menos de aguantar a los gilipollas de turno, de soportar las charlas incesantes de los profesores, especialmente del de historia, con sus ¿Queda claro? ¿Me-se entiende? y ¡VIVE DIOS!, que yo imitaba en cuanto él hacía una mínima pregunta.
-Buenos días.
-Vive Dios que son buenos, Pepe-replicaba yo siempre, Noemí se empezaba a reír en ese punto y algunas que otras compañeras se giraban a mirarme. Yo me encogía de hombros, como diciendo que no había coeficiente intelectual para más, sacaba un bolígrafo y transcribía los diálogos de aquel hombre.
-Bien, el concepto más importante del curso, esa palabra con la que ustedes-el profesor nos trataba siempre de ustedes, recibiendo nula reciprocidad- terminarán teniendo pesadillas-y era ahí cuando alguien soltaba Tu cara sí que me produce pesadillas-, es la pro...
-Ductividad-balábamos la chica que tenía delante y yo, como tiernos corderitos.
-En el antiguo régimen no había...
-Isonomía.
-Lo más importante de la industrialización, es la...
-Productividad.
-¿Queda claro?
-Vive dios que queda claro-gruñía yo por lo bajo, luchando por no perder el ritmo.
Estaba demasiado ocupada pensando en que había conseguido sobrevivir a otro día sin mis chicos, otro día que tendría que verlos a través de una pantalla, eso si tenía la suerte de verlos...
Y otro día menos para volver a Inglaterra y pasar el mejor fin de semana de todos .
Cuando estaba con ellos el tiempo se hacía el mejor de toda la historia.
Que les den a los franceses y su puñetera revolución, Inglaterra tiene estilo, no necesitan swag.
-Erika-me llamó mi madre, sacándome de aquel recuerdo de Louis diciendo en una entrevista: ¿Para qué queremos swag, si ya tenemos estilo? y había señalado a Harry y todos se habían echado a reír, yo había mirado a Louis y le había soltado: qué mala, tío.
-¿Qué?
-Tienes visita.
Estuve en un tris de replicarle que no iba a poder ir con mi hermano al McDonald's porque tenía demasiadas cosas que hacer (deberes, teatro, rascarme la barriga en Twitter, poner verdes a todos y uno de los especímenes que me habían tocado las narices ese día) cuando salió de la habitación del ordenador, se apoyó en el pasillo y se me quedó mirando.
Sonrió.
-Hola.
Mi forma de decir hola fue correr hacia él con la mochila volando detrás de mí, como si de una capa se tratara (ya no pesaba nada), abalanzarme sobre él y cubrirle a besos.
-¿Qué haces aquí?-pregunté, dejando la mochila en el suelo y abrazándole. Me estrechó entre sus brazos, me besó la cabeza y sonrió:
-Te echaba demasiado de menos.
-Estuvimos juntos por última vez el lunes por la noche.
Después de que ganara el partido, después de que nos fuéramos de fiesta, después de decirme en el aeropuerto que me iba a echar muchisímo de menos y que no iba a poder dormir a pesar de estar machacado...
-Si quieres me largo-replicó, sarcástico. Me pegué más contra él y negué con la cabeza.
-No... quédate, por favor.
Posó sus labios fugazmente en los míos, se las arregló para conseguir cogerme la mochila antes de que yo le viera venir, y nos metimos en mi habitación.
Me puse rápidamente la ropa de andar por casa, tiré la ropa que había llevado al instituto encima de la cama y lo miré.
-¿Has comido?
Negó con la cabeza.
Asentí.
-¿Y mis padres?
Asintió, tal  y como yo veía venir.
-Pero me dijeron que si quería  comer con ellos. Y les dije que prefería esperarte.
Alcé una ceja.
-Si no os entendéis.
-Tienes Internet en casa, so estúpida-espetó. Fruncí el ceño.
-No me imagino a mi padre poniendo en Google cómo te tiene que invitar a comer.
-Tu padre, no. Tu madre.
Hice un gesto con la mano.
-Eso explica muchas cosas.
Se encogió de hombros y miró la cama.
-¿No deberíamos hacerla primero?
Suspiré.
-Supongo. ¿Me ayudas?
-¿Tienes que preguntarlo de verdad?-se carcajeó, yo sonreí. Mientras yo guardaba mi ropa en el armario, él se dedicaba a colocar las sábanas y mantas rápida pero eficientemente sobre la cama.
Le lancé la almohada y él la puso en el sitio correcto. Contemplé su obra y sonreí.
-¿Por qué nunca recoges tu habitación? Cuando fuimos a Doncaster pensé que no sabías hacer la cama.
Se encogió de hombros.
-¿Para qué la voy a hacer, si ya me la hace mi madre?
-La madre que te parió-repliqué yo entre risas. Me recogí el pelo en una coleta y fuimos a la cocina.
 Cuando acabé el postre, dejé caer la cucharilla dentro del vaso del yogur, y lo miré. Seguía haciendo bailar un trocito de pollo, arrastrándolo arriba y abajo con su tenedor. Contemplaba esos paseos con actitud pasiva, la cabeza apoyada en una mano sostenida por el codo, anclado a a la mesa sin demasiadas intención de moverse.
-¿Qué te pasa?-pregunté, acariciándole la mano. Él continuó con su examen de educación vial.
-Que estoy pensando.
-Mi lengua se saltó todo diálogo preestablecido, siguiendo el instinto de mi corazón.
-¿Y qué hay de malo en eso?
Alzó la vista y me dedicó una mirada triste que me destrozó por dentro.
-Que vine aquí para no pensar-y una sonrisa cansada apareció en su rostro; ya no tenía 20 años, sino 50, por lo menos.
Le besé la mejilla.
-Y para estar contigo-añadió. Esta vez mi beso fue en los labios, un beso que sabía a yogur... y no a pollo, patata y zanahorias... porque él no había comido nada.
Pregúntaselo me instó una voz en mi interior, una mezcla de la mía con la de Eleanor.
-¿En qué piensas, mi amor?
El que lo llamara así mejoró su rostro. Perdió un par de años.
-¿Podemos ir a tu cama?
Asentí, me apresuré a recoger los restos de la comida (comprobando que efectivamente no había probado bocado y que yo, en mi gran éxtasis culinario, ni me había dado cuenta), dejé que me cogiera de la mano y nos encaminé a mi habitación. Nos sentamos al borde de la cama, con las rodillas pegadas y las manos entrelazadas, y nos miramos largo rato, en un respetuoso silencio solo quebrantado por la televisión del salón donde mis padres veían las noticias.
-Mis padres... se divorcian-murmuró con un hilo de voz, pero sin apartar la vista de mí.
Mi corazón se rompió cuando aquel azul cielo se convirtió en azul triste, azul grisáceo, sin ganas de nada. Me incliné hacia él y apreté mis labios contra los suyos mientras la primera lágrima de muchas se deslizaba por su rostro.
Cuando empezó a sollozar y me buscó, suplicándome que intercambiáramos los papeles, concedí su deseo y lo estreché entre mis brazos. Apoyó su cabeza en mi hombro, entornó su nariz hacia mi cuello y aspiró mi aroma mientras no paraba de llorar, y yo luchaba por no echarme a llorar también.
Con él podía ser yo misma, con él era yo misma; hacía lo que me daba la gana sin tener miedo de ser juzgada, de que me quisiera menos. No tenía que controlar mis palabras, éramos totalmente sinceros el uno con el otro, eso era para mí la mayor felicidad que nunca podría experimentar, esa felicidad a la que nada podría ensombrecer.
Pero cuando la música dejaba de tapar los gritos, la columna que sujetaba tu mundo se resquebrajaba y terminaba por desmoronarse, cuando el faro de esperanza se apagaba y te quedabas sola en la oscuridad, solo quedaba rezar. Rezar porque fuera una broma, cruel pero broma al fin y al cabo, un error del destino, o simplemente un mal sueño. El mal sueño de tu vida. Era entonces cuando rezabas por despertarte.
Pero yo lloré porque sabía que aquello no era un sueño. Que las lágrimas de Louis, aquellas lágrimas que no deberían existir, eran reales.
Si ver a Niall llorar te rompía el corazón, ver a Louis hacerlo pulverizaba el alma.
Lo acuné, le acaricié la cabeza como él hacía conmigo, y traté de consolarlo lo mejor que pude.
-Sh, mi niño, mi pobre niño...
Consiguió balbucear algo entre lágrimas.
Algo que me hizo ver que, si lo perdía, no podría amar a otro.
Algo que me convirtió en suya para siempre.
-Yo estaré bien... ya... he pasado por... esto..., pero mis... hermanas... no, por favor. Ellas no... Lottie, Fizzy, las gemelas... no. Yo me merezco esto, soy... demasiado feliz. Mis hermanas no se lo merecen... ellas no, por favor, ellas no, solo a mí...
Me separé de él un poco para poder mirarlo. Me limpié las lágrimas rápidamente, deseando que no se diera cuenta de que yo también estaba llorando.
-Te amo-susurré en mi lengua. Me sonrió, triste, me exhibió los dientes unos segundos, y yo los besé. Era un cielo, era el mejor, era la persona menos egoísta que podías encontrarte... El más tierno, el más cariñoso, el más solidario...
Era perfecto.
Era Louis.
Si Louis no existiera, estaba claro que habría que inventarlo.

Se incorporó un poco, lo justo y necesario para mirar el reloj y descubrir que estaba a diez minutos de marcharme y dejarlo solo de nuevo.
Yo seguí pasándole una mano por el pecho y con la otra recorriendo vagamente, en apenas un mínimo roce, el tatuaje del monigote brincando sobre su patinete.
-¿Hoy no tienes teatro?
-Sí-asentí, sin dejar de mirar aquellas líneas negras que quedarían para siempre en su piel-, pero no voy a ir.
-¿Por qué?
-Tú me necesitas más.
Sonrió y me besó el brazo, yo sonreí y lo miré mientras lo hacía.
Recordé cuando me enseñó el tatuaje; se había remangado la camisa y había colocado el índice en el punto exacto donde estaba el pequeño chaval sobre su skate, yo había sonreído mientras lo miraba.
-¿Te gusta?
-Es simpático-le había dicho.
-Voy a hacerme más.
-Mentira. Te mataré.
Había abierto la boca y se me había quedado mirando, divertido, y había aceptado mi amenaza como verídica.
Sorbió por la nariz sin dejar de mirar por la ventana; tenía la impresión de que, después de mirar durante casi dos horas el dibujo de mi cortina, sería capaz de reproducirlo con los ojos vendados y una mano atada detrás de la espalda. Cogí otro pañuelo y se lo tendí.
-Las cosas suelen ser al revés-susurró, divertido, aceptando el pañuelo que le tendía con una sonrisa de agradecimiento. Le besé la frente.
-Sabes que me gusta el comprobar que no estoy saliendo con una piedra con forma de chico.
Asintió, yo miré mi mochila un segundo.
-Puedes ponerte a hacer deberes, si quieres.
Me giré para mirarlo.
-¿No te importa?
Se encogió de hombros.
-Dame uno de tus libros de inglés, así me entretengo un poco.
Bajé los pies de la cama lentamente, notando frío en el pecho, en el lugar donde había estado apretado contra mí, arrastré la mochila y me volví a tumbar en la cama con él. Le  ofrecí los libros y él cogió el de mi academia, sonriendo al ver textos decentes, por fin.
Media hora después, estábamos los dos ocultos bajo un mar de papeles, folios y objetos de escritura en el que buceábamos para conseguir sobrevivir. Cogió una de mis hojas de Latín, me la pasó y yo le sonreí.
-¿Me lo ordenas por fecha?-le supliqué cuando saqué mis apuntes de Filosofía y descubrí que tenía a Descartes mucho antes que los presocráticos, cosa que no debería ser importante de no ser porque a) habíamos dado a los presocráticos en la primera clase, b) hacía dos días que habíamos terminado de hablar de Descartes, y c) los presocráticos eran más de mil años anteriores a Descartes.
Mi madre entró sin llamar en mi habitación y se nos quedó mirando a los dos, revolviendo entre los papeles como dos secretarias locas porque su jefe les había ordenado entregarle los balances de la empresa de los últimos diez años para el día siguiente.
-Son las cinco y diez, Erika.
-No voy a ir a teatro-expliqué, metiéndome un boli en la boca y pasándole a Louis la libreta de Lengua, que rápidamente se puso a ordenar.
-¿Tiene algo que ver la maraña de papeles que tienes encima de la cama?
Negué con la cabeza y ni siquiera la miré cuando contesté:
-Louis me necesita.
No se movió, yo levanté la cabeza y la miré.
-Soy más útil en casa.
-¿Cuándo empiezan a dar los papeles?
Me eché a reír, Louis se me quedó mirando, completamente ajeno a la conversación.
-Venga, mamá, sabes de sobra que si tengo que robarle a alguien el papel, lo hago. Relájate.
-Luego te quejas porque no tienes papeles suficientes.
-Estoy aprendiendo a quejarme en inglés.
-¿Es por él?
Suspiré, dejé caer los hombros y la atravesé con los ojos.
-Tal vez.
Alzó una ceja.
-¿Te lo ha pedido?
-No pienso dejarlo aquí solo con vosotros en casa cuando no os entendéis. Y menos estando papá-gruñí.
Mamá asintió.
-Dile que si tiene hambre.
Miré a mi novio y le traduje la pregunta de mi madre, a la que respondió sacudiendo la cabeza y musitando un tímido gracias... en inglés.
-Si necesitáis algo...-hizo un gesto con la mano hacia la puerta y yo sonreí.
-Estoy en mi casa-le recordé, se encogió de hombros y se marchó por la puerta.
Una vez acabamos de ordenar mis papeles y de recompensarle cubriéndole de besos y dándole todos los mimos que demandaba y más, le dije que me esperara en la cama.
Se me quedó mirando, preocupado, cuando me levanté, me calcé las zapatillas y me encaminé a la puerta.
-¿A dónde vas?
-A coger algo de comer.
-No tengo hambre-se quejó.
Me giré en redondo y le sonreí.
-Si te niegas a comer chocolate, pondrás en serio peligro nuestra relación-solté casi sin pensar, intentando quitarle hierro al asunto.
Se me quedó mirando un segundo.
-Sé que no ha tenido gracia...-me excusé.
Sonrió.
-No pasa nada, mujer. No me ofendo por eso. Me ofendo porque no sabía que me tuvieras en tan poco estima.
Me eché a reír, me incliné rápidamente hacia él, lo besé y le dije que volvía en dos segundos.
Regresé con un bote de Nutella y una cucharilla. Se incorporó en la cama, cruzó las piernas y me miró.
-Esto me suena de algo.
-A mí también-repliqué, divertida.
Le tendí el tarro mientras yo me inclinaba a encender la tele. Me acomodé a su lado y, después de pelearnos un rato por ver quién conseguía hacerse con el mando a distancia, pusimos, de mutuo acuerdo, Los Simpson.
Me arrebató la cucharilla, cogió un buen pegote de chocolate y se dedicó a lamerlo, aburrido de la vida. Lo miré.
-Te vas a quedar, ¿verdad?
Me miró un segundo, y luego siguió afanado con el paseo de su lengua, encogiéndose finalmente de hombros y clavando la vista en la tele.
-Lo necesito.
-Quiero que te quedes-le confesé, robándole la cuchara y metiéndola en el bote de nuevo. Estudió mis movimientos mientras metía por última vez el pequeño cubierto dentro de la Nutella, lo sacaba lleno de chocolate y me lo metía en la boca. Le tendí la cucharilla, la cogió, pero siguió mirándome.
-Te necesito. Ahora más...
-... que nunca-terminé yo, mirándole. Le acaricié la mano, sonrió y entrelazó sus dedos con los míos. Le besé la mejilla, me incliné a su oído y susurré-: lo sé. Y yo voy a estar contigo, apoyándote, ya lo sabes. Igual que los chicos.
-Fueron ellos los que me animaron a venir a verte. En realidad, se me había ocurrido, pero pensé que tal vez te... distrajera, o algo así-se encogió de hombros y clavó sus preciosos ojos en la televisión, donde Homer estaba ocupado eructando, rascándose la barriga y riéndose por las tonterías que decían en su propia televisión, todo a la vez, siempre con su eterna lata de cerveza Duff al lado.
-No me distraes-protesté. Me dedicó una sonrisa divertida, una de sus cejas alzada en una mueca traviesa.
-Sí que lo hago.
Alcé las palmas de las manos hacia el aire y abrí mucho los ojos.
-¡Perdón por hacerle caso a mi novio!
Se echó a reír, sacudió la cabeza y me miró, con una dulce sonrisa en los labios. Me incliné y los besé suavemente.
-¿Por qué me da la impresión de que hace bastante que no te ríes?
-Porque es así desde que me lo dijeron-replicó. Asentí con la cabeza, me deslicé fuera de la cama y me encaminé al armario.
-¿Qué haces?-espetó, frunciendo el ceño con curiosidad, mientras sacaba unas cuantas perchas y me dedicaba a quitarles la ropa que no iba a necesitar ponerme esos días. Me coloqué un mechón de pelo detrás de la oreja y me lo quedé mirando.
-Necesitamos espacio en el armario-dije, señalando la bolsa donde traía su ropa. Se la quedó mirando y negó con la cabeza.
-Pero, Eri, tampoco hace falta que...
-Sh-le mandé callar, colocándole el índice en los labios-, solo es mi armario.
-No quiero meterme en tu espacio personal.
-Te metes en otros sitios-repliqué. Sonrió-. Y sabes que me gusta que lo hagas.
-No es lo mismo. Que me meta en ese sitio mola-su sonrisa se ensanchó más y dio a luz a otra en mi propio rostro-. Que me meta en tu armario, no.
-Yo me metí en tu casa.
-Teníamos habitaciones libres.
-Me metí en tu cama.
-Tenía espacio de sobra-alegó, terco como solo el sabía serlo.
Me senté sobre sus piernas y hundí mis ojos castaños en los suyos, azul cielo.
-Tengo ropa mía en tu armario también.
-No es lo mismo, tengo...
-Espacio de sobra. Lo sé. Lo he oído antes-suspiré, levantándome de la cama y volviendo a mi tarea.
-No hace falta, de verdad-me recordó, sin dejar de observar mis movimientos.
-¡Eh! Por si no te has dado cuenta, estamos en mi casa, y en mi casa se hace lo que yo diga, ¿está claro?
Farfulló algo por lo bajo.
-¿Está claro?
-Sí, mi capitana-gruñó. Sonreí, le tendí la mano y me la cogió sin dudar.
-Ayúdame a hacerte sitio, anda.
-Pero...
-¿A QUE DUERMES EN EL SOFÁ? ¿QUIERES APOSTAR, INGLÉS? SABES QUE ME ENCANTA APOSTAR-bramé.
Se echó a reír y negó con la cabeza, estaba diciendo Está bien, está bien, cuando mi padre abrió la puerta y se nos quedó mirando.
-¿Estáis discutiendo?-preguntó, bastante satisfecho de poder hacerlo.
-Estamos debatiendo a voces.
-Ah.
-¿Decepcionado?
Se largó sin contestar.
O eso decidí creer, para no cabrearme, porque oí de sobra cómo murmuraba bastante antes de volver a dejar la puerta cerca del marco, sin llegar a cerrarla del todo.
-Tu padre me odia-susurró, con una mezcla de diversión y de tristeza en su voz. Me encogí de hombros.
-Debería darte igual. La que debería importarte soy yo.
-Si me odia nunca me dejará llevarte a Inglaterra y a ti no te dejará quedarte a vivir allí, mucho menos conmigo.
-Solo dos años-repliqué, mirando la puerta. En dos años sería libre, podría hacer lo que quisiera, irme a vivir con los chicos sin tener que darle explicaciones a nadie, cambiarme de nacionalidad... solo tenía que esperar dos años.
Tenía paciencia.
Llevaba cinco años esperando el estreno de una película, cinco larguísimos años, así que dos no serían nada comparado con aquello.
Se acercó a mí por detrás mientras colgaba una de las perchas ya con su ropa en el armario, me rodeó la cintura, me apartó el pelo del hombro y me lo besó  lentamente.
-Eres perfecta-susurró contra mi piel, poniéndome la carne de gallina. Cerré los ojos y suspiré, llevando mis manos a las suyas y acariciándolas con una dulzura infinita-.Todo esto que estás haciendo por mí... es...
-Lo que tengo que hacer. Lo que me apetece hacer-repliqué, dándome la vuelta y mirándolo a los ojos-. Te amo, Louis. Con todo mi corazón. Deberías saber ya que estamos juntos en esto. Somos un equipo, y los equipos se apoyan. No soy perfecta, soy estúpida y quejica, pero contigo soy lista y soy bonita. Eres tú el que me hace perfecta-sostuve su rostro entre mis manos y me incliné hacia aquellos labios que gritaban mi nombre-. Eres tú el que es perfecto.
-Terminaré creyéndome eso como sigas diciéndomelo-susurró contra mis labios, su aliento atravesó mi garganta, y yo me estremecí. Sonreí, me puse de puntillas y nos besamos lentamente, tan lentamente que el mundo desapareció bajo mis pies, todo se volvió negro y de nosotros salía una luz blanca, tan pura que podría bañarlo todo y acabar con toda la tristeza de aquel universo con solo desearlo nosotros.
Nos separamos lentamente, con el mismo esfuerzo de siempre, nos miramos a los ojos y nos acariciamos despacio: yo la nuca, él mi cintura. Me apoyé contra su pecho y cerré los ojos, feliz de tenerlo a mi lado, conmigo... para siempre, por favor.
Me besó la cabeza y me pegó aún más contra él, como si quisiera escaparme de sus brazos, aquellos lazos que invitaban a soñar, que te protegían y te hacían sentir indestructible, invencible, con el simple hecho de ponerse a tu alrededor...
-Tenemos que terminar de colocar tu ropa-le recordé. Se echó a reír.
-En realidad no quieres que te suelte, ¿a que no?
Negué rápidamente con la cabeza, escandalizada simplemente con la sola idea de que lo hiciera.
-Si algún día te digo que no quiero que me abraces...-lo miré, y él alzó las cejas. Le puse una mano en el brazo y lo apreté, disfrutando a la vez de la dureza y la fuerza de este, olvidando que el motivo esencial era darle más seriedad al asunto:- mátame. Me habrá poseído el diablo y estaré sufriendo en un rincón de mi mente.
Sus carcajadas llenaron mi habitación y yo no tardé en unirme a él. Volvió a estrecharme contra él tras decirme:
-Ven aquí- y volvió a besarme la cabeza, divertido. Me acarició la espalda y nos separamos, también con un esfuerzo sobrenatural, como el anterior que habíamos hecho cuando nos separábamos.
Escuchó divertido y curioso los chillidos de mi perro cuando mi padre dijo que iba a sacarlo a pasear, sus carreras por el pasillo debido a la felicidad que este hecho le producía, los brincos cuando mi padre le puso la correa y cómo ladró cuando mi padre tardó en abrir la puerta. Louis se asomó a la puerta en el momento justo en que Noble salía disparado por la puerta de la calle, arrastrando a mi padre tras de sí.
-Ted no hace eso-se quejó, deprimido porque su perro no fuera una criatura de tanta acción. Había visto a Ted emocionarse y correr en círculos cuando alguien cogía la correa del mueble que había en el vestíbulo, deseoso de su paseo (el matutino era el más especial para el pequeño), lloriqueando de felicidad igual que mi pastor alemán.
El problema era que Noble era cuatro veces mayor que Ted, lo que conllevaba que era cuatro veces más fuerte y cuatro veces más ruidoso.
Mi madre, sentada en el ordenador, se nos quedó mirando un rato, mientras nosotros continuábamos estudiando la puerta, Louis escuchando el ruido que hacía mi perro bajando a todo correr por las escaleras de mi edificio, saliendo a la calle y chillando que ya había salido.
-Noblesín is in the street, bitches!-susurré, y Louis volvió a echarse a reír.
Mamá sonrió ante el sonido de la risa de mi novio, parecía gustarle aquel sonido que yo adoraba.
-Chicos-nos llamó, y los dos nos la quedamos mirando: él intentando entender lo que fuera que iba a decir su suegra, yo preparada para traducir a toda velocidad-, voy a ir a comprar. ¿Queréis venir?
Le traduje rápidamente a Louis la oferta de mi madre, él se encogió de hombros, metiéndose de paso las manos en los bolsillos y susurró que haríamos lo que yo dijera, que para algo estábamos en mi casa. Sonreí, le di un codazo y le dije que era tonto perdido.
-Creo que nos vamos a quedar. Tenemos que hacer cosas.
Fabricar bebés, por ejemplo.
Mi madre asintió, se levantó de la silla, se acomodó la bata que traía puesta sobre su pijama y dijo que iba a cambiarse, pues. Louis y yo asentimos, seguimos ordenando su ropa en el armario y, cuando escuchamos la puerta cerrarse, nos miramos un segundo.
-Me  voy a duchar-dije por fin, asintiendo con la cabeza y haciendo sobresalir el labio inferior. Sonrió.
-Vale.
Cogí ropa para cambiarme y, a medio camino de la puerta, me di la vuelta y lo miré. Se había tumbado en la cama y cambiaba de canal con un aburrimiento supremo.
-Quieres... em... ¿acompañarme?-sugerí, pasando el pulgar sobre mi cabeza y señalando en dirección al baño. Sonrió.
-Si algún día te digo que no quiero ducharme contigo, mátame. Estaré sufriendo por dentro.
Me eché a reír, le tendí la mano y tiré de él para levantarlo.
Una vez dentro de la bañera, me acurruqué contra su pecho y suspiré, satisfecha por poder estar solos, por fin. Louis me pasó los brazos sobre los míos y me acarició el vientre, haciéndome cosquillas en el ombligo.
-Esta es la segunda vez que nos bañamos juntos-observó, besándome el hombro, que aún no estaba húmedo por el agua. Me giré y clavé mis ojos en los suyos, nadé en aquel mar azul, dejé que las olas de su mirada me arrastraran hasta una playa desconocida, una playa de arena suave, que acariciaba mi piel como lo hacían sus brazos en ese momento...
-La tercera, si contamos con Doncaster-le corregí. Se encogió de hombros, creando pequeñas ondas a nuestro alrededor. Miré la sombra de nuestros cuerpos debajo del agua, negué con la cabeza y espeté-. Menos mal que decías que no cabíamos.
-No me importa pegarme a ti, ya lo sabes-replicó, estrechándome aún más contra él. Eché la cabeza hacia atrás, apoyándola en su hombro, y él aprovechó para mordisquearme el cuello. Solté una risita.
-Todavía me acuerdo de la cara que me pusiste cuando me metí dentro de la ducha contigo.
-Creía que me estabas vacilando-replique, mirando el techo y dejando que siguiera besándome, creando esas corrientes eléctricas que tanto me gustaban.
-Como si te vacilara todos los días.
-Lo haces.
-Te quiero.
-Lo estás haciendo ahora mismo.
-Vete a la mierda.
-Ahora no me estás vacilando-me eché a reír y él negó con la cabeza.
-Eres boba.
-Tú eres imbécil perdido. Tienes un retraso muy serio-me incorporé y le acaricié la cara, gotitas de agua corretearon por su cuello hasta su pecho y se fundieron de nuevo con sus hermanas-, y aun así estoy enamorada de ti.
Se estremeció, sonriente.
-Es la primera vez que me dices eso.
-¿El qué? ¿Que te quiero?
-No. Lo otro. Lo de que estás enamorada de mí.
Me encogí de hombros.
-Es la verdad.
Volví a apoyarme contra su hombro y me giré para mirarlo. Le pellizqué los pies con los propios, él frunció el ceño y puso morritos.
-Nadie me lo había dicho nunca.
-Porque tus ex novias son imbéciles. Por eso son tus ex-me encogí de hombros.
-Tampoco se lo he dicho nunca a nadie.
Parpadeé un par de veces.
-No espero que me lo digas.
-Tampoco sería para...
Le coloqué el índice en los labios para que no siguiera.
-No tienes que sentirte obligado a decírmelo solo porque... déjame pensar-me incorporé un poco y me estudié las uñas-, te has presentado en mi casa sin avisarme, me has seducido con tus trucos más sucios, me has robado el corazón y pretendes que te haga de pensión...-abrí mucho los ojos, observándome los dedos que habían ido estirándose mientras mencionaba mis razones-, guau-le miré-. No tienes vergüenza.
-Te olvidas de algo-murmuró, pasándome el brazo por la cintura y atrayéndome hacia él.
-¿De qué?
-Te robé la virginidad.
-Oh, es cierto. Mi virginidad. Definitivamente no tienes vergüenza-me cachondeé, divertida, y dejé que me besara lentamente.
-Sabes que no tienes que sentirte obligada a acogerme en tu cama.
-Ya te he dicho que vas a dormir en el sofá-me burlé. Luego me encogí de hombros-. Así dormiré mejor.
Alzó una ceja.
-Está bien. Así dormiré. Punto. ¿Contento el duque de Doncaster?
-Mucho.
Volvió a inclinarse hacia mí y volvió a besarme lentamente, como si fuera de cristal y pudiera romperme.
-Quiero hacerlo aquí-musitó después de un buen rato besándonos, dando buena cuenta de nuestras bocas como si del mejor de los manjares se tratara.
Su boca lo era.
Me separé y lo miré largo y tendido, a la espera de que empezara a suplicarme que lo hiciéramos, de que me mirara como sólo el sabía, esa mirada que detenía mundos y que te esclavizaba para siempre.
-No estoy preparada-murmuré, mirando al suelo. Posó dos dedos en mi mandíbula y me obligó a volver a establecer contacto visual con aquellos pozos.
-No tengo prisa. Pero quería que lo supieras-se encogió de hombros, abrió los brazos y esperó a que volviera a meterme dentro de ellos.
Sonreía cuando lo hice.
-¿De qué te ríes?
-De que la última vez que entré aquí con una chica me lo pasé muy bien.
Dejé escapar un tierno Oh de enamorada desesperada.
-¿Conmigo?
-No. Con Hannah.
-Gilipollas-bramé entre sus risas, aparté varias veces la cara cuando intentó besarme, pero terminó ganando él y estampando sus labios contra los míos.
-Eres muy retrasado, Lou, va en serio. Muérete.
-A mí me ha sentado peor que hicieras lo que has hecho y no me pongo a insultarte-alzó las cejas, cerró los ojos y asintió lentamente.
-¿Qué?
-Lo de mirar hacia abajo como si te estuviera pervirtiendo o algo así. Como si fueras una santa y yo te hubiera... violado, o lo que sea que se haga con las santas-frunció el ceño y me apartó el pelo de la cara, humedeciéndome la raíz.
-Me estás pervirtiendo-espeté, tozuda y divertida.
-Perdona, pero la mayoría de las cosas las hacemos porque tú quieres, y eres tú quien las sugiere. Yo no estaría aquí dentro-señaló el agua-si tú no me lo hubieras ofrecido.
-Y si no hubieras querido tampoco.
-Soy un caballero. No dejo sola a mi dama cuando ella está en apuros.
-¿Insinúas que no me puedo bañar sola?-ladré, divertida, conteniendo las carcajadas. Negó con la cabeza.
-Ya quisiera yo que no pudieras hacerlo.
Nos echamos a reír, le solté que era imposible y él respondió que podía ser, pero que algo tendría para gustarme.
Volví a apoyar la espalda en su pecho y disfruté del calor del agua penetrándome por los poros de la piel, de su respiración pausada meciéndome, de los latidos de su corazón martilleando mi columna vertebral.
-Tengo que apagar el teléfono más a menudo-murmuró, cerrando los ojos e inclinándose hacia atrás. Fruncí el ceño, me incorporé y lo miré.
-¿Lo tienes apagado?
-Me estresa el acoso, ¿sabes?-se encogió de hombros, suspiró e hizo un gesto con la mano, quitándole importancia.
-Jay... ¿sabe dónde estás?-inquirí, cautelosa. Se encogió de hombros.
-No lo sé, Eri. ¿No te acabo de decir que he apagado el teléfono?
-Tienes que llamarla.
Negó con la  cabeza.
-No puedo.
-Estará histérica, Louis.
-No puedo llamarla todavía, ¿vale? No puedo. Por favor, no me hagas hacerlo.
Deseé apartar la vista de aquellos ojos de corderito, pero no pude. No pude apartar la vista de todo el sufrimiento que había en aquellos ojos, los hijos del niño cuyos padres se habían divorciado cuando era pequeño, los hijos del niño cuya historia se repetía ahora que tenía 20 años...
Y Jay estaba dentro de esos ojos, llorando porque no encontraba a su hijo, desesperada porque le llamaba y no cogía el teléfono, histérica de preocupación al no saber qué había sido de él, odiándose a sí misma por haber hecho que se marchara sin despedirse porque ya no quería estar con el hombre que la había acompañado educando a sus pequeños...
-¿Y si la llamo yo?
Estaba deseando llamarla, decirle que estaba bien, no te preocupes, mamá, estoy con Eri, estoy bien, ella me cuida. Estoy bien, mamá, tú tranquila.
Eres un amor de criatura, Louis.
Tragó saliva y se mordió el labio inferior.
-¿Lo harías por mí?
-¡Mozo! ¡Yo por ti cuchaba en chanclas!-grité con acento andaluz, se echó a reír y me acercó hacia él. Pegó su rostro contra el mío, nuestros labios a centímetros, esperando encontrarse, deseando encontrarse.
-Yo no te hago perfecta. Tú sola eres perfecta-sonrió y besó mi boca-. Te quiero. Te amo. Más que a ninguna otra.
Sonreí, todavía con sus labios en los míos.
-Yo diría lo mismo... si Taylor no existiera.
Se apartó de mí.
-Retrasada.
-Subnormal-espeté, pasándole los brazos detrás de la nuca y mordisqueando sus labios. Se dejó hacer.
No me quitó el ojo de encima cuando salí de la bañera, me estremecí, le sonreí con timidez y me envolví en una toalla.
-No te tapes-lloriqueó. Puse los  brazos en jarras, él esperó con impaciencia que la toalla se abriera y me dejara al descubierto, pero me la había colocado bien.
-Hace frío. ¿Quieres salir tú?
Se hundió un poco más en el agua y ordenó:
-Tápate no vayas a coger frío, ¿eh?
Todavía me estaba riendo cuando regresé al baño y me metí dentro del agua, sosteniendo siempre el teléfono a una distancia prudencial de esta.
Me quedé helada cuando desbloqueé la pantalla y me encontré con las 26 llamadas perdidas. Liam, Niall, Zayn, Harry, Lottie, una compañera de teatro...
...y Jay.
Quise morirme cuando vi el nombre de mi suegra, de aquella mujer que había traído al mundo a mi precioso Louis, en la pantalla del teléfono.
Nos miramos un segundo, hablando en silencio. Asentimos a la vez y toqué suavemente el nombre de mi suegra.
Respondió a la mitad del primer timbrazo.
-¿Eri?-¿estaba llorando? Por favor, que no estuviera llorando.
Me revolví, incómoda, y Louis me acarició el brazo. Volvió a asentir.
-Jay, acabo de mirar el teléfono, te juro por mi madre que si lo hubiera...
-¿ESTÁ AHÍ?-bramó. No juegues con una madre desesperada, Eri. Simplemente no lo hagas. Te matará-. ¿ESTÁ AHÍ? ¡Dime que está contigo, por favor! ¡No sé dónde está! ¡Me estoy volviendo loca buscándolo! Nadie me coge el teléfono, Stan dice que también ignora dónde está, los chicos no contestan, él lo tiene apagado... ¿Está ahí?
-Sí, está conmigo-tartamudeé, Louis negó con la cabeza despacio.
-¿En tu casa?
-Sí.
-¿Ahora mismo?
-Sí.
Suspiró de alivio, y luchó por contener las lágrimas; las de desesperación y las de agradecimiento porque por fin su niño había dado señales de vida.
-¿Puedo hablar con él?
Por la cara de pánico y cómo se puso a negar con la cabeza como loco, deduje que Louis había escuchado a su madre.
-¡No estoy! ¡No estoy!-gritó en silencio, articulando como nunca antes lo había hecho.
-No... sé... no ... está... pre-preparado-vacilé.
-Eri, por favor. Necesito hablar con él-suplicó la mujer-. Por favor. Es mi hijo. Es Louis.
Louis conseguía que desarrollaras por él una dependencia rayana en la obsesión, necesitabas que estuviera cerca de ti para poder vivir...
Se sumergió a toda velocidad, ocultando su rostro bajo el agua, cuando hice ademán de tenderle el teléfono.
Observé su cara debajo del agua, la forma en que se tapaba la nariz para que no se le acabara demasiado pronto el aire y aguantar más...
-Eri-suplicó mi suegra.
Desesperada, tiré de él hacia arriba y le tendí el teléfono.
-No puedo-susurró él.
-Sí puedes-repliqué, sacudiéndolo frente a él.
Tuve la certeza de que si volvía a hacer aquello no dudaría en tirarlo al agua... y yo tendría que matarlo.
-¡No puedo!-bramó, negando con la cabeza, impotente.
-¡DEBES HACERLO! ¡TIENES QUE HACERLO! ¡NO TIENES NI IDEA DE LO QUE NOS HACES A LOS DEMÁS! ¡NO SABES LO QUE ES NO TENERTE, LOUIS! ¡TIENES QUE HABLAR CON TU MADRE!-chillé, sin apartar la vista de él. Se me quedó mirando.
-Yo no os hago nada.
-Habla con ella.
-Pero no os hago nada...
-Que tú sepas. Tú no sabes lo angustioso que es que no estés cerca. No sabes lo que es no respirar porque no estás. Coge este teléfono. Habla con tu madre.
-Pero...
-No sabes lo que es que tú rompas el corazón, Louis. ¿Te acuerdas de cuando discutimos? ¿Cuando me escribiste esas cinco perfectas canciones? ¿Sabes cómo me sentí? ¿Sabes lo que duele sentir que te revienta el corazón en el pecho porque pensaba que ya no me querías, y cómo me dolía sentirte a unas puertas de distancia?
Me observó en silencio.
-Coge el teléfono, mi amor. Tienes que hacerlo. Por tu madre. Hazlo por ella.
Miró el móvil un segundo, como si de una tarántula se tratara.
-Hazlo por una mujer que hizo que un día tú puedas tener hijos-supliqué. Volvió a posar su vista en mí.
Iba a jugar mi última carta, a apostarlo todo con una mano nula. Iba a decirme que lo hiciera por mí, y arriesgarme a que ni entonces quisiera hablar con su madre... pero se me adelantó.
-Pon el manos libres.
Me abalancé contra él y apreté mi boca contra la suya, devoré aquellos labios de aquel Dios reencarnado como si no hubiera mañana.
Fue él quien tocó el icono del micrófono y colocó el teléfono en el lavamanos, asegurándose de que no se mojara, y cerró los ojos cuando escuchó a su madre.
-¿Louis? ¿LOUIS?
-Estoy aquí-murmuró. Me apretó un poco más contra él y lo repitió, esta vez solo para mí y para las lágrimas que me bajaban por las mejillas recordando nuestra gran discusión-. Estoy aquí.
-¡¿ACASO ESTÁS MAL DE LA CABEZA?! ¿QUIERES MATARME, O ALGO? ¿CÓMO SE TE OCURRE  LARGARTE DE CASA SIN AVISAR? ¿CÓMO TE ATREVES A IRTE SIN DECIR A DÓNDE VAS Y DARME ESTOS SUSTOS, NIÑO?
-Lo siento-empezó.
-¡NO LO SIENTES, AÚN NO! ¡VERÁS CUANDO VUELVAS! ¡TE ESTRANGULARÉ CON MIS PROPIAS MANOS! ¿TE PARECE MEDIO NORMAL HACERLE A UNA MADRE LO QUE ME ACABAS DE HACER? ¿EH? ¿TE LO PARECE?
-Necesitaba estar con ella-susurró. Levanté la  cabeza y lo miré, con una sonrisa triste-. La quiero.
-YO TAMBIÉN LA QUIERO, PERO NO POR ESO SALGO A TODO CORRER A VERLA SIN DECIRLE NADA A NADIE.
-Mamá, por favor...
-NADA DE POR FAVOR, LOUIS. ¿SABES EL SUSTO QUE ME HAS DADO? CON LA AFICIÓN QUE TIENES A ESA MIERDA DE PELÍCULAS QUE VEIS TÚ Y STAN, CREÍ QUE TE HABRÍAS SUICIDADO EN EL PISO DE LONDRES.
-¿Tengo cara de que me vaya...?
-NO TE ATREVAS A REPLICARME, LOUIS WILLIAM TOMLINSON.
-Ah, ¿que me voy a mantener el apellido?-espetó, sarcástico. Fruncí el ceño.
-¿QUÉ?
-Nada. Perdón, mamá.
-NOS HAS DADO UN SUSTO DE MUERTE A TU PADRE Y A MÍ, NO QUIERO QUE VUELVAS A HACER ESO EN TUS PRÓXIMAS 44 REENCARNACIONES, ¿ESTÁ CLARO?
-Deja de gritarme o cuelgo. ¿Está claro?
-A MÍ NINGÚN CHANTAJE, SEÑORITO. NI UNO SOLO.
-No me griiiiiiiiiites-replicó él.
-LOUIS....
-MAMÁ, SABES DE SOBRA QUE SI SOY CAPAZ DE LARGARME DE CASA SIN DECIR NADA BIEN PUEDO COLGARTE.
Jay se quedó callada un momento, procesando la información.
-No te atreverás.
-¿Hacemos la prueba? Un último grito. Uno solo. Y ya verás qué más oyes.
Volvió a quedarse callada.
-Está bien-suspiró, intentando tranquilizarse-, pero tienes que entender que... déjalo. Nunca lo entenderás, no hasta que no tengas hijos.
-Guay.
-¿Cuánto vas a quedarte?
-Cuanto necesite para prepararme. ¿Lo saben las crías?
-No, no se lo vamos a decir todavía. ¿Cuánto es eso?
-No lo sé, mamá. Te lo haré saber. ¿De acuerdo?
-Está bien.
-Vale.
-Ayuda en casa.
-Sí.
-No respondas.
-Si no me entienden.
-No lo hagas.
-Sí.
-Trata bien a Eri.
-Pero si lo hago siempre.
-Haz la cama.
-Mamá, nos está escuchando-gruñó, azorado. Jay se echó a reír.
-Lo sé, mi vida. Déjale hacer los deberes tranquilamente.
-Sí.
-Nada de correr detrás de palomas.
-¡Mamá!
-Nada de robar bebés ajenos.
-¡MAMÁ!
-Y por Dios, Louis, no se te ocurra, que no se te pase por la cabeza, soltar alguna de tus estupideces con tus suegros delante, ¿está claro?
-¡Pero si soy un amor de criatura!
-¡Louis!
-Vale, vale-me acarició el pelo y puso los ojos en blancos-. Nada de protestas de Jimmy, gritos de Superman a las cuatro de la mañana ni nada por el estilo.
-No se os ocurra iros a la cama sin tomar precauciones.
-¡VALE, ADIÓS MAMÁ!-replicó él, alcanzando el teléfono y preparándose para colgar.
-Louis...
-¿Qué?-alargó la e tanto que tuve que taparle la boca. Mi Louis estaba regresando.
-Te queremos. Los dos. Sabes que eso no va a cambiar nunca, ¿no?
-Síiiii.
-No agobies a Eri.
-Eso ya me lo has dicho. Mamá, en serio, ¿puedo colgar ya? Estoy empezando a agobiarme yo.
Jay se echó a reír.
-No es por ti.
-Ya lo sé. O lo supongo, porque no me quieres decir por qué-hizo una  mueca y se encogió de hombros.
-No te lo diremos por teléfono.
Gruñó.
-Tenías que intentarlo-repliqué, besándole en la mejilla.
-¿Estáis en casa?
-Sí-contestamos los dos.
-Ah, es que... oigo murmullo como... de agua.
Nos quedamos mirando un rato, tan quietos como nos era posible.
-Vale-replicó Jay-, ya lo he entendido, estoy... interrumpiendo. Sí. Esto... voy a colgar ya. Mira a ver lo que haces, ¿eh, Louis?
-Sí.
-Y Eri, ármate de paciencia durante estos días. La necesitarás.
-Siempre es un placer tenerlo cerca, Jay-comenté yo, ganándome una sonrisa y un beso como recompensa.
-Ya verás al final de la semana. Estarás rezando porque decida marcharse-se cachondeó ella, y las dos mujeres nos echamos a reír.
-Sigo delante, por si no os habíais dado cuenta.
-Ya lo sé, mi vida. Cuida de él, ¿quieres, querida?
-Eso siempre, Jay.
Nos despedimos de ella y Louis sostuvo el teléfono. Colgamos y nos miramos el uno al otro.
-Tenemos que llamar a los chicos; deben de estar preocupados.
Asintió.
Salimos rápidamente de la bañera, nos secamos a toda velocidad, temiendo que mis padres volvieran y nos pillaran de esa guisa, lo que conllevaría que a mí me desheredarían y a él intentarían matarlo...
Mientras me secaba el pelo, se me quedó mirando.
-Eri...
Apagué el secador y lo miré.
-¿Qué?
Me tomó de la cintura y me pegó contra él.
-Nada, que... yo también estoy enamorado de ti.
Besó mi sonrisa, como ya era costumbre en él.

BD2: Para siempre. (SPOILERS POR TODAS PARTES)

(Se lo he robado a @lorebabyv, soy una perra mala) Desde un principio, supe que esta saga, Twilight, marcaría mi vida como ninguna más lo ha hecho y sé que ninguna otra lo hará. Llegó a mi vida en una etapa muy dificil para mí y me ha acompañado en este gran trayecto de lo que podemos llamar 'adolescencia'.
 Aún no me puedo creer que llegue al final en cuanto a películas se refiera. Se acabó eso de esperar nuevas fotos, trailers, premieres, ETC, con ansias... Pero en mi corazón, esta saga permanecerá para siempre. Tanto como dure mi vida. Sinceramente, después de ver esta última película, Breaking Dawn Part II, aún estoy en estado de shock. Creo que puedo decir que me siento como Edward en la primera parte, cuando se entera de que Bella está embarazada. Este final no lo han podido describir mejor... ÉPICO. Sin duda, la palabra EXACTA. La palabra PERFECTA. Ahora, me gustaría dar mi opinión sobre esta gran peícula, que estoy segura de que nos ha dejado a más de uno con la boca abierta.
[SPOILERS]
El principio ha sido perfecta. Bella despertando, las motas de polvo, el rostro de Edward... el gran abraz y la voz suuuuuper cambiada. Todo bien. He echado de menos que se encontraran en la sala la mayoría de los Cullen, Carlisle, Alice, Jasper y Emmett. Que Alice trajera el espejo y que Bella viera con mayor claridad todas las mordeduras que tenía Jasper debido a las peleas. La risa de Emmett cuando ella salta de la venbtana para ir a cazar y que Bella le tirase los tacones a Alice. Pero supongo que seria muy dificil intentar colocar todo eso en una pelicula TAN intensa. Bella y Edward de caza: me he quedado un poco flipada cuando saltan el gran acantilado, cuando se supone que es saltar de un lado del rio a otro, pero bueno, tampoco le he dado mucha importancia. Bella huele la sangra de los humanos, y esa escena me he impresionado mucho, porque no me la imaginaba para nada de esa manera, pero tengo que decir que le ha dado un toque super WOW a la película.
En general, BELLA PERFECTA COMO VAMPIRA. Una buenísima interpretación por parte de Kristen. :)
En la parte en la que Bella puede ver a Renesmee por fin, me he emocionado y todo. :'3 Estaba deseando ver a la niña. Sinceramente, podrían haber hecho un poco mejor el efecto o directamente, poner a una niña de verdad... Veía un poco descentrada la cara de la niña a veces, por no decir rara xD
Bella se entera de la imprimación de Jacob: PERFECTA. En el libro no pone nada de que le de una paliza o algo parecido, pero pienso que ha estado genial. Una buena escena, aunque me da pena Jake xD Y me alegro muchísimo de que hayan puesto el comentario de 'El monstruo del lago Ness' JAJAJAJAJA. Eso no podía faltar. :)
El momento en el que Jacob entra en fase delante de Charlie...IMPACTO TOTAL. Aparte de por el GRAN STRICTI de mi Taylor Lautner JAJAJAJAJA, porque la escena está MUY lograda. Aunque creo que ha faltado que Charlie dijera lo de 'no quiero saber nada de estas cosas raras'... No lo han dejado muy claro...
He odiado a Irina en la parte en la que ve a Renesmee con Jacob y Bella, jugando con los copos de nieve. Pensaba que con lo que la odiaba en el libro había suficiente, pero la verdad es que me he quedado corta. He sentido pena cuando los Volturi se encargan de ella, pero me pareció muy insjuto que se chivara... pssss.
Se supone que en esa parte Bella se lo comenta a Edward y Carlisle y ellos intentan perseguirla, pero nada...Tampoco lo he echado muy en falta, la verdad. Un detalle que no era imprescindible...
La caida del jarrón de Alice tras su visión y todo eso, PERFECTO.
Empieza la búsqueda de los testigos:
El Aquellare Denali recibe un llamada MUY urgente de Carlisle para que vayan a casa. Edward los recibe y Tanya NIEGA tocar a la niña, siendo Carmen la primera que lo hace y quedando totalmente prendida de ella. Bien, en la pelicula a esto le han dado un giro de 180º. Son Edward, Bella, Jacob y Renesmee los que van a buscarlos a su casa y es Tanya la primera que toca a la niña, aunque Carmen hace referencia al color de sus mejillas y todo eso. Pero, sinceramente, hubiera preferido que lo hicieran como en el libro. Tampoco costaba mucho que lo hicieran de esa manera...psss.
Todo lo demás me ha parecido bien.
La aparición de las chicas del Amazonas ha sido espectacular, y es que, como bien notaréis, las ADORO. Sobre todo a Zafrina. :)
Garrett es adorable, sobre todo con Kate. <3 data-blogger-escaped-br="br"> En general, los personajes ESTUPENDÍSIMOS adaptados.
Cuando llegan Vladimir y Stefan corriendo por el bosque y Jacob enseñando a los nuevos "metamorfos" y los persigue...una escena de lo más genialosa e imaginativa. Muy bien.
Renesmee...yo quería MUCHO MÁS de ella. Quiero decir, en la escena en la que Bella y Emmett hacen el pulso, la niña ni ha aparecido cuando se supone que le gusta ver como Bella destroza la piedra y da sus palmaditas suuuuuper alegre. O cuando Kate intenta que Bella saque su escudo y necesita una motivación... Tampoco han cogido a Renesmee, aunque la han nombrado y tal en plan 'voy a por ella' y Bella se ha negado, pero no sé, no es lo mismo. :( Me ha decepcionado un poco eso.
Que más, que más... ¡AAAH! Sigo un poco con lo del poder de Bella. La verdad es que no se han centrado mucho en eso, pero supongo que no querían hacer la pelicula muy pesada. Creo que la escena en que la Zafrina ayuda a Bella podrían haberla puesto. Eso de hacer que todos imaginasen cosas y así. He notado como que no le han dado mucha importancia a este Aquelarre...con lo que adoro yo a estas dos chicas, jooo. :( Además de Benjamin. Pedazo de personaje, tanto en el libro como en la pelicula.
Hablemos del tal J. Jenks. Jasper ya deja preparado todo el papeleo y tal... Y me ha gustado que apareciera porqué J.Jenks piensa un poco rarito de los Cullen, todo eso de que Jasper siempre se mantiene igual y todo eso. Ha sido rapidito, pero, en parte, me ha parecido bien que no se centrara mucho en esto, ya que había cosas más importantes.
No me lo imaginaba negro, la verdad xD. Y pienso que este personaje podría haber mostrado un poco más de nerviosismo, en plan, mostrar el sudor de la frente o que esta se la sequera...no sé, algo de eso.
LLEGO AL GRAN FINAL. Se reunen todos y Carlisle y Edward se acercan a Aron para hablar con él. Después quiere hablar con Renesmee y todo eso. Bella intentando controlar su escudo. A Edward le afecta el poder de Jane hasta que Bella consigue que su escudo le cubra. No sale en el libro pero creo que ha estado fabuloso. La sonrisa de suficiencia de Bella mirando a Jane ha sido MORTAL.
No ha salido Amún hablando sobre la niña, pero naaah, tampoco me ha importado xD Le tengo hincha a ese personaje...que se le va a hacer xD.
Y luego, cuando Alec utiliza su poder. No me lo imaginaba de esa manera y en la escena de la "lucha" ni siquiera llega a tocar el escudo de Bella ya que Aro le para, pero me hubiera gustado que lo dejara, en plan, como el libro. LOL. Pero bueno, no es que los Vulturi hayan deliberado ni nada por el estilo, que es cuando se supone que tanto Jane como Alec intentan atacarlos.
Lo que sí que he echado MUY en falta, ha sido el GRAN discursito de Garrett que hace que MUCHOS de los testigos de Aro se vayan.
Eso sí, he muerto con el comentario hacia Kate. "Si sobrevivimos a esto, te seguiré dondequieras, mujer."
"Ahora me lo dices." JAJAAJJAJAJAJAJAJA IGUAL QUE EL LIBRO. :3 Y bueno, también cuando le electrocuta con su poder y tal. ADORO A ESTA PAREJITA. Creo que ya lo he dicho antes... xD
Aparece Alice y se acerca a Aro para enseñarle el futuro. ¿COMO ME HE QUEDADO TRAS ESATA ESCENA? MUERTA, Y CUANDO DIGO MUERTA, ES MUERTAAAAAAAAAAA. PERO BIEN MUERTA, VAMOS. Cuando se la llevaban y Carlisle se ha lanzado hacia ellos, DIOS MIO. Segundos después estaba su cuerpo tirado en la nieve y solo rezaba porque estuviera bien. Pero la cámara ha ido bajando poco a poco y Aro sostenía su cabeza... ME HE QUEDADO EN ESTADO DE SHOCK. Se me ha hecho un nudo en la garganta y la sangre no me llegaba a donde fuera. Me sentía super mareada o yo que sé. Es que no puede ni explicarlo!!!!!! Jasper, Seth, Lea... CASI ESME Y EDWARD!!!! Quería morir.... Cuando Edward ha caido en la brecha que Benjamin había abierto, ya he empezado a pensar que pasaba algo raro. Si muere Edward, ALGO VA MAL xD.
Eso sí, he sentido una satisfacción ENORME cuando "han matado" a Jane, Alec, Aro, Caius, Marcus, Demetri, Félix...(que, por cierto, con este me he meado con su comentario 'POR FIN' JAJAJAJAJAJAJAJA) y creo que no he sido la única, ya que toda la sala aplaudia cuando se cargaba a uno de estos LOOOOL.
Y lo de que Jacob huyera con Renesmee y Lea aullando tras la muerte de Seth y Jake sollanzo y Renesmee 'Jacob, Jacob, Jacob' y que él sacara fuerzas para protegerla, porque sin ella, él no es NADA. DIOS, no tengo palabras...
Y entonces, de repente, TODO SIGUE IGUAL. Carlisle con su sonrisa, al igual que Jasper... Me quería morir. CON EL AGOBIO QUE TENÍA YO ENCIMA DESPUÉS DE ESO. ¡HAN SIDO MUY MALOS! Me han hecho sufrir MUCHO, MUCHISIMO, pero creo que esto le ha dado una intensidad a la película MORTAAAAAAAAAAAAAAAAAL. No me lo esperaba y ha sido ALUCINANTE. PERFECTO. PERFECTO. PERFECTA ESCENA. Me ponga nerviosa solo de pensarlo...MY GOSH!
La apareción de Nahuel, su historia. Igual que libro. Perfección a tope.
La visión de Alice de Renesmee y Jacob junto a Bella y Edward... :') PRECIOSA.
Y ya...ese gran final en el que POR FIN Edward puede disfrutar de los pensamientos de Bella, al igual que nosotros. Todos sus recuerdos como humana. El principio de todo. HA SIDO CUANDO MÁS HE LLORADO, junto con la supuesta muerta de todos los personajes...buffff. Me ha podido..
Con esto, dejo claro que ALICE siempre ha sido FUNDAMENTAL, IMPORTANTE, VITAL, como queráis definirlo, en esta saga. Sin duda, es mi personaje preferido y siempre lo ha sido. Una GRAN actuación por parte de Ashley Greene, actriz que ADORO desde que la ví en este papel.
Creo que no se me olvida nada...
(Edward) - Siempre. (Bella) - Siempre.
FOREVER IS ONLY THE BEGINNING...
Att, @lorebabyv
Espero vuestros comentarios y si habéis escrito alguna opinión o algo parecido, pasarme el link, please.
GRACIAS a vosotros; todos los Twilighters; a Stephenie Meyer; por escribir esta saga tan importante para mí; y a TODOS los actores que han hecho realidad esta historia.